TEMA X.- TRANSFORMACIONES
ECONÓMICAS DEL SIGLO XIX: LAS DESAMORTIZACIONES** (aparte)
TEMA XI.- REVOLUCIÓN INDUSTRIAL. MODERNIZACIÓN
DE LAS INFRAESTRUCTURAS: IMPACTO DEL FERROCARRIL
I.- LA DEMOGRAFÍA. La
población española pasó de 10
millones de habitantes en 1800 a casi 20 millones en 1900, es decir,
experimentó un crecimiento espectacular duplicando sus efectivos. Fue mayor la
tasa de crecimiento en la primera mitad de siglo, reduciéndose en la segunda.
Las causas del crecimiento fueron:
desaparición de epidemias muy mortíferas (peste negra y fiebre amarilla);
mejora de la dieta con la expansión de nuevos cultivos como la patata y el
maíz. Pero dicho crecimiento fue uno de los más bajos de Europa al persistir un
modelo demográfico propio del A.R. con altas tasas de natalidad pero también
altas tasas de mortalidad, sobretodo la mortalidad infantil, siendo la
esperanza de vida de tan sólo 34 años (en Europa occidental superaba los 45).
Las malas condiciones sanitarias y el impacto de epidemias (cólera morbo,
tuberculosis y fiebre amarilla), afectó especialmente a las capas más humildes
de la población pues la escasez de alimentos y consiguiente desnutrición
provocaba el hambre así como la falta de higiene.
Continuó el proceso iniciado el
siglo anterior: aumentó el peso demográfico de la periferia en detrimento de la
España interior (excepto Madrid) así como el éxodo rural por el creciente
proceso de urbanización aunque limitado por las modestas transformaciones de la
industria y el atraso agrario. Dicho proceso se agudizó a partir de 1860 lo que
provocó que se demolieran las murallas de las ciudades y obligó a planes de
reforma urbana (los ensanches), muy significativos en Madrid y Barcelona, con
apertura de avenidas, construcción de estaciones de ferrocarril, alumbrado
público de gas, construcción de alcantarillado (construcción en altura y
viviendas diferenciadas socialmente en el espacio). A principios del XX la
mayoría de la población seguía siendo rural y un 70% vivía en ciudades de menos
de 20.000 habitantes.
En las décadas finales del XIX se
produjeron oleadas migratorias a ultramar por las escasas oportunidades de
empleo. Los principales focos migratorios fueron Galicia, Asturias y Canarias,
(con mucho el más importante los gallegos, apelativo que por generalización se
les dio a todos los españolas), y los
destinos más importantes fueron Argentina, México, Cuba y Brasil (origen del
término “hacer las Américas” y de los “indianos”, emigrantes que vuelven ricos
de América).
II.- INICIOS DE LA INDUSTRIALIZACIÓN
(TEXTIL, SIDERURGIA Y MINERÍA)
Durante gran parte del siglo XIX,
la industria española siguió siendo la tradicional manufacturera del domestic
system, con talleres y producción a domicilio que proporcionaba artículos de
consumo para los mercados locales. Las pequeñas fábricas de factory system
permitieron llevar a cabo a finales de la centuria una incipiente
industrialización en las ramas agropecuarias (conservera, harinera y
vitivinícola), química (colorantes para tejidos, explosivos), fabricación de
maquinaria (herramientas y para la industria textil) y fabricación de
transportes (astilleros).
1.-
La
industria textil catalana. En el último tercio del XVIII se
había iniciado en Cataluña la manufactura con fábricas de indianas que a
finales de siglo habían aumentado considerablemente su producción y adoptado
las primeras hiladoras mecánicas, pero con la Guerra de la Independencia se
detuvo la expansión. A pesar de la pérdida colonial, pronto se recuperó la
producción, lo cual indicaba que su principal mercado era el del interior de
España, y con las medidas liberalizadoras de los progresistas (libre ejercicio
de la actividad industrial) permitió una rápida mecanización del sector en
Cataluña, que contaba con capitales y emprendedores empresarios: a mediados del
XIX, si Gran Bretaña era la fábrica del mundo, Cataluña lo era de España.
En 1830 se habían instalado las
primeras máquinas de vapor, primero en el sector del hilado (más tarde en del
tejido), debido a la escasez de mano de obra lo que hizo aumentar los salarios
en un momento de abundancia de capitales por su repatriación de las colonias
recién independizadas, lo que incentivó la sustitución de los husos manuales
por los mecánicos que requerían menos mano de obra (menos en las máquinas de
telar por su mayor coste). Al aumentar la producción, los precios bajaron, lo
que estimuló una mayor demanda (aumentada por la protección aduanera y por la
sustitución de la lana por el algodón -fibra más higiénica y de fácil
mecanización-).
Pero el sector tuvo que hacer
frente a dos limitaciones: la escasez
de carbón de la minería catalana y las dificultades para abastecerse de
la hulla asturiana (no llegaría al puerto de Barcelona hasta 1892), lo que
explica que la localización industrial se diese en riberas de los ríos (energía
hidráulica) y la debilidad del
mercado español, con un campesinado mayoritario y de poco poder
adquisitivo (demanda débil). Por ello la industria textil catalana exigía de
los gobiernos fuertes medidas proteccionistas frente a la competencia de
tejidos extranjeros.
Con la Guerra de Secesión
norteamericana (1861-1865) hubo gran escasez de algodón en el mercado
internacional, produciéndose una recesión, pero pronto volvería acrecer a
partir de 1875: la industria algodonera catalana desplazó a la tradicional
textil no algodonera (lana, seda..) y sirvió para industrializar Cataluña pero
no arrastró con ello al conjunto de la industria española.
2.-
La industria siderúrgica.
Fue el sector que durante la segunda mitad del XIX acompañó al textil en el
desarrollo de la moderna industria, ligado a la minería del hierro y del carbón
(para obtener hierro laminado, los altos hornos requerían este combustible).
Las primeras siderurgias se localizaron en Málaga (1826) para aprovechar el hierro
de Ojén (cerca de Marbella) y durante 30 años la producción siderúrgica
andaluza fue hegemónica, pero fracasó por el uso de carbón vegetal y la falta
del coque (sus elevados costes hacían insoportable la competencia).
Los yacimientos de hulla en Asturias
convirtieron a esta región en el centro siderúrgico de España. Sus minas de
carbón favorecieron la localización de las siderurgias y fue predominante
durante el XIX al ser la única zona de España que disponía de carbón mineral.
Pero a partir de 1875, con la llegada del coque galés a Bilbao (de mayor poder
calorífico y menor coste que el asturiano), el País Vasco se consolidó como el
centro siderúrgico español (minas de hierro y ferrerías desde la Edad Media).
El hierro vasco se exporta a Gran Bretaña y se importa carbón inglés lo que
explica la industrialización del País Vasco, constituyéndose las grandes
empresas siderúrgicas vascas, entre ellas la de Altos Hornos de Vizcaya (que en
1885 instaló en España el primer convertidor Bessemer que fabricaba acero a
partir de lingotes de hierro), y a finales de la década se puso en marcha en
primer horno Martin-Siemens.
3.-
La minería. Entre 1875
y 1914 tuvo lugar la explotación masiva de los yacimientos mineros del subsuelo
español, que contaba con importantes yacimientos de hierro, cobre, plomo,
mercurio, carbón etc. (ya conocidos desde la Edad Antigua).
El aumento de la demanda de carbón fue propiciado por la
máquina de vapor y la siderurgia. Los yacimientos hulleros se dieron en
Asturias, pero era escaso, caro y de baja calidad. Con la competencia del
carbón galés, sólo se salvó gracias al proteccionismo arancelario. La minería
del hierro se impulsó
sobretodo con la difusión del convertidor Bessemer que requería un mineral sin
fósforo, cualidad que tenía el hierro vasco y poco frecuente en el resto de
Europa. El mineral vizcaíno contaba también con la ventaja de su proximidad al
mar, lo que abarataba su transporte, y se exportaba a Gran Bretaña, Bélgica,
Francia y Alemania (España el principal abastecedor de hierro de Europa).
La ley de minas de 1868 supuso el fin de la rígida
reglamentación de las concesiones, liberalizando al sector lo que posibilitó la
explotación masiva de los yacimientos españoles, debido al aumento de la
demanda internacional, los avances en las técnicas de explotación -abaratando
los costes- y el endeudamiento de la Hacienda pública que impulsó la concesión
de explotación de yacimientos a Cías extranjeras a cambio de compensaciones
monetarias para el Estado.
En el último tercio del XIX las
explotaciones mineras crecieron: plomo
en Linares y La Carolina; cobre en
Ríotinto, mercurio en Almadén,
siendo la mayoría de su producción exportada y no sirvió como locomotora para
impulsar la industrialización de España (situación de colonialismo económico).
III.- EL FERROCARRIL.
La Ley General de Ferrocarriles de
1855 impulsó el tendido de la red ferroviaria en España pues hasta esa
fecha sólo funcionaban 500 km (Barcelona-Mataró 1848; Madrid-Aranjuez 1851). Su
construcción pasó por diferentes fases:
* Primera gran expansión (1855-1866), con gran movilización de
capitales nacionales y extranjeros. Se tendieron 5.000 km de vía y se trazaron
las líneas Madrid-Alicante (1858), Sevilla-Cádiz (1861), Barcelona-Zaragoza
(1862) y Madrid-Irún (1864).
* La crisis financiera de 1866, que supuso la paralización de
la construcción ante la escasa rentabilidad de las inversiones (la explotación
de las líneas puso de manifiesto unos escasos beneficios, por lo que el valor
de las acciones se desplomó).
* Nueva etapa constructiva a partir de 1873, completándose el
trazado de la red, pero con la crisis anterior desaparecieron la mayoría de las
Cías. Permaneciendo sólo la Cía. del Norte y la M.Z.A.
(Madrid-Zaragoza-Alicante).
Se consolidó una estructura radial con centro en
Madrid, (lo que dificultaba las comunicaciones entre las zonas más dinámicas e
industrializadas), se fijó un mayor
ancho entre carriles que el europeo, obstaculizando los intercambios
con el resto de Europa (la razón fue poder instalar calderas de vapor más
grandes que aumentara la potencia de las locomotoras para superar mayores
pendientes); se autorizó a las Cías. a importar libres de aranceles aduaneros
toda la maquinaria para la construcción de la red (lo que no incentivaba el
crecimiento industrial de España).
Entre las causas del atraso industrial español en el siglo XIX:
posición geográfica de España (periférica: costes de transporte más elevados);
atraso agrario y escasa capacidad de compra; la gran cantidad de capitales
absorbidos por la Hacienda debido a la Deuda Pública a elevado interés -se
empleó en la compra de Deuda en vez de inversión productiva-; desfavorable
dotación de energía y materias primas fundamentales para el desarrollo
industrial -carbón asturiano de baja calidad y el hierro vasco no fue apto
hasta la difusión del convertidor Bessemer; la desestabilización política -de
la que siempre huye el capital-.
IV.- EL MERCADO INTERIOR Y EXTERIOR
1.- Comercio interior. El mercado existente en España era el
propio del Antiguo Régimen, solo un mercado a nivel local o comarcal, con
obstáculos a la circulación de mercancías. Había que legislar para liberalizar
el mercado y crear un mercado nacional: se derogaron los gremios; se
suprimieron los impuestos de paso, se eliminaron tasas y se intentó crear un
sistema de transportes que trasladase las mercancías al consumidor con rapidez
y bajo coste, por lo que el ferrocarril sería el instrumento idóneo para dotar
a España de ese mercado nacional con un transporte masivo, barato y rápido, lo
que aumentaría el comercio interior. Pero el principal problema para la
articulación del mercado interior fue el escaso desarrollo industrial de muchas
regiones españolas, con escasa capacidad adquisitiva por lo que esa falta de
demanda dificultaba el crecimiento de la producción.
2.- Comercio exterior. Se distinguen dos etapas: 1ª (1815-1850) de crecimiento
modesto pero sostenido y 2ª
(1850-1900) de mayor aumento debido a la expansión del comercio
internacional. En sus inicios las exportaciones más relevantes eran
aceite y vino, y las importaciones los tejidos de algodón y lino. A finales de
siglo las exportaciones más importantes seguían siendo los productos agrarios,
pero los minerales se habían sumado, y las dos principales importaciones eran
el algodón en rama y el carbón. La pérdida de las colonias americanas influyó
notablemente y a partir de 1850 los socios comerciales fueron Francia y Gran
Bretaña que demandaban productos españoles (la mitad de nuestras
exportaciones).
A lo largo de la centuria el
comercio exterior estuvo sujeto al debate político entre proteccionistas y librecambistas. Hasta 1870 dominó una
política arancelaria de librecambio, y a partir de esa fecha dominó el
proteccionismo: los sectores industriales textiles catalanes, cerealistas
castellanos, sector carbonífero asturiano y la siderurgia vasca, presionaron a
los sucesivos gobiernos para proteger sus productos con altos aranceles
aduaneros, lo que obstaculizó nuestra vinculación con el mercado internacional,
frenando nuestro desarrollo industrial al no contar con la competencia.
V.- LA HACIENDA Y EL SISTEMA FINANCIERO
1.- La Hacienda Pública. La reforma
fiscal de Mon-Santillán de 1845 pretendía eliminar las exacciones
fiscales de los privilegiados y aumentar la recaudación sobre la base de la igualdad
ante el impuesto. Acabó con impuestos de origen medieval y pretendía
crear un sistema impositivo unificado para todo el país, suprimiendo las
aduanas interiores, las alcabalas y los millones (impuestos indirectos de
origen medieval), dándose más importancia a los impuestos directos
(bienes inmuebles, cultivos y ganadería; subsidio industrial y comercio;
inquilinato) que a los impuestos indirectos (consumo, estancos y
monopolios).
Pero el sistema no contemplaba en
los impuestos directos las rentas personales (trabajo y capital) que
constituían el mayor ingreso en los países más avanzados, por lo que la
recaudación de ingresos fue insuficiente a lo largo del XIX y el déficit de la
Hacienda Pública tuvo que financiarse en el crédito exterior y haciendo
concesiones a grupos extranjeros (concesiones de minas) y recurriendo a
constante emisión de deuda pública lo que aumentaba aún más el déficit, y en
diversas ocasiones tuvo que declararse en quiebra ante la imposibilidad de
cumplir las obligaciones contraídas (lo que endurecía los tipos de interés en
futuras emisión de deuda).
2.- El sistema financiero. El mayor banco español de principios
del XIX era el Banco Español de San Fernando (1829) creado como
banco del Estado y de emisión, y en 1831 se creó la Bolsa de Madrid
como mercado de valores. En 1844 se crearon dos nuevos bancos, el Banco
de Isabel II y el Banco de Barcelona, pero sería la
legislación del Bienio Progresista con la promulgación de la Ley de
Bancos y Sociedades de Crédito (1856) la que permitiría la
modernización del sistema bancario español, creándose el Banco de España
(1856) que en 1874 obtuvo la concesión del monopolio de emisión de billetes. En
las dos regiones más industrializadas del país surgirían entidades crediticias
para financiar la actividad industrial: Banco de Barcelona; Banco de
Sabadell; Banco de Santander; Banco de Bilbao; Banco de Vizcaya,
los cuales rápidamente se expandieron por toda España.
En
1848 con la ley de Reforma Monetaria se adoptó el real como unidad monetaria básica que se mantuvo hasta
1868 que se creó la peseta de
100 céntimos (las frases “no tengo una perra” y
“no tengo una gorda” se refería al león rampante -confundido con una
perra- de la moneda de 5 y de 10 céntimos de peseta acuñada en 1868) y que
duraría hasta 1999, sustituida por el euro.
TEMA XII.- EL SEXENIO DEMOCRÁTICO
(1868-1874)
I.- CAUSAS DE LA REVOLUCIÓN DE 1868. Presenta
una doble vertiente: económica y política.
1.- Económicas: crisis
financiera, industrial y de subsistencias.
A) Crisis financiera. El periodo isabelino fue una fase de expansión
económica, pero en 1860 la situación empezó a cambiar, y en 1866 se hizo
patente el inicio de la primera gran crisis del sistema capitalista a nivel
internacional. La crisis financiera fue provocada por la bajada del valor de las acciones en Bolsa
provocada por la crisis de los ferrocarriles. La construcción de la red
implicó una gran inversión pero al comenzar la explotación su rendimiento fue
menor del esperado, el escaso desarrollo industrial español no fue suficiente
para que el transporte de mercancías y viajeros tuviese fuerte demanda, y el
valor de las acciones se desplomó, y las Cías ferroviarias exigieron
subvenciones al Gobierno pero éste carecía de fondos por el desplome de la
Deuda (los bonos de 100 reales valían en el mercado sólo 30). Todo esto provocó
la crisis de muchas entidades financieras que cancelaron sus créditos y
contagiaron a empresas con falta de liquidez.
B) Crisis industrial. Se dio sobre todo en la industria textil catalana
que se abastecía en gran parte del algodón de EEUU pero la Guerra de Secesión
(1861-1865) encareció la importación y provocó un periodo de “hambre de
algodón” y muchas pequeñas empresas del sector no pudieron afrontar el alza
de precios de la materia prima en un momento de bajada de la demanda por la
crisis económica general y por la subida de los precios de los alimentos por la
crisis de subsistencias.
C) Crisis agrícola. Se inició en 1866 con una serie de malas cosechas
y la escasez de trigo, alimento básico de la población española, lo que
supuso que en dos años duplicase su precio, con el consiguiente aumento del
precio del pan y otros alimentos (arroz, bacalao). El hambre condujo en el
campo a un clima de violencia social y en las ciudades al aumento del paro y el
descenso del nivel de vida de los trabajadores.
2.- Políticas. Parecía que el
gobierno era el único responsable de la crisis y a él pedían soluciones tanto
los grandes inversores en Bolsa (subvenciones), como los industriales
(proteccionismo) y los trabajadores que denunciaban su miseria (legislación que
mejorase los salarios y la jornada laboral).
Narváez y su ministro
González Bravo
llevaron a cabo una política
represiva cesando al rector de la Universidad de Madrid por su apoyo al
catedrático Emilio Castelar (dada
la grave crisis económica de carácter endémico que atravesaba la hacienda
pública, el gobierno
decidió hacer frente a la misma mediante la enajenación parcial de los bienes
del Patrimonio Real, aplicando una parte (el 75%) como ingresos públicos, y el
resto entregándolo a la reina Isabel II.
Este proyecto de ley provocó la iras del Partido
Democrático y del Partido
Progresista. Emilio Castelar, catedrático de Historia entonces de la
Universidad de Madrid, publicó un artículo en La Democracia
titulado ¿De quién es el Patrimonio Real? y, al día siguiente, otro
artículo titulado El Rasgo. En él se mostraba contrario a que una parte
del dinero de la enajenación de los bienes fuera a parar a las manos privadas
de la reina, considerando que el Patrimonio Real era Patrimonio Nacional y no
bienes de la reina) lo que
provocará las protestas y manifestaciones de los estudiantes en la Puerta del
Sol (dar una serenata), dando
lugar a la Noche de San Daniel o el Matadero
(10 abril 1865, enfrentamiento con la Guardia Civil provocó la muerte de 14
estudiantes).
La muerte de Narváez dejará un vacío difícil de llenar,
desarrollando González Bravo una política cada vez más autoritaria y represiva
que provocará los fallidos pronunciamientos de Villarejo (Prim, -enero, 1866-) y del cuartel de San Gil -junio, 1866-), así como constantes
manifestaciones de estudiantes demócratas, lo que auguraba una caída del
régimen isabelino.
Ante la situación existente y la incapacidad de acceder al poder
por los mecanismos constitucionales, el partido progresista dirigido por Prim
practicó una política de retraimiento:
se negó a participar en las elecciones y defendió la conspiración como único
medio para poder gobernar. En la misma posición se encontraba el partido
demócrata, de modo que ambos firmaron el Pacto
de Ostende (agosto, 1866): proponía el fin de la monarquía isabelina y
dejaba la decisión sobre la futura forma de gobierno –monarquía o república- a
unas Cortes constituyentes elegido por sufragio universal. A dicho Pacto se
adhirieron los unionistas en noviembre de 1867, tras la muerte de O`Donnell, y
liderados por Serrano.
Resumiendo: entre las causas que condujeron a la revolución: epidemia
de cólera (1865); Crisis agrícola -importación de cereales- (1866); crisis
financiera -sucesiva quiebra de bancos- (1866); crisis industrial
alza precios materias primas y baja demanda en el consumo (1866); sublevaciones
campesinas en Loja (1867); represión de la prensa e intelectuales
(Universidad Madrid); escisiones en el partido moderado a la muerte de
Narváez (1868); oposición de los unionistas al sistema isabelino a la
muerte de O`Donnell (1867) y su sustitución por el general Serrano (general
“bonito”); oposición de los progresistas liderados por el general Prim
(pronunciamiento de Villarejo, enero 1866); creciente influencia del partido
demócrata.
II.- ETAPAS:
1ª) Revolución
de 1868 y Gobierno Provisional (1868);
2ª) Regencia de
Serrano y Gobierno de Prim (1869-1870);
3ª) Monarquía de
Amadeo de Saboya (1871-1873);
4ª) La Primera República (1873-1874)
1ª) REVOLUCIÓN DE 1868 Y
GOBIERNO PROVISIONAL. El 19 de setiembre de 1868 la escuadra concentrada en la
bahía de Cádiz al mando del almirante Topete se sublevó contra el gobierno de
Isabel II. Prim exiliado en Londres, y Serrano, desterrado en Canarias, se
unieron a los sublevados y publicaron un manifiesto pidiendo a los ciudadanos
apoyo armado para luchar por la libertad, y terminaba con el lema “Viva España con Honra”: había
estallado la revolución de septiembre, llamada la septembrina o la Gloriosa. El gobierno envió desde Madrid
un ejército que fue vencido en la batalla del Puente de Alcolea (Córdoba) por lo que se vio obligado a dimitir
y la reina a salir de San Sebastián camino del exilio en Francia, acogida por
Napoleón III (casado con la española Eugenia de Montijo). En la revolución
participaron las fuerzas populares urbanas dirigidas por los progresistas,
demócratas y republicanos, y en muchas ciudades se constituyeron Juntas revolucionarias que
organizaron el levantamiento, siendo las consignas:
libertad, soberanía, supresión de quintas, estado aconfesional, abolición del
impuesto de consumos, reparto de la propiedad
territorial, elecciones constituyentes y proclamación de la República.
Algunos de esos principios radicales no eran compartidos por los
unionistas y progresistas. En octubre se sustituyó la Junta revolucionaria de
Madrid por un Gobierno Provisional,
eligiéndose a Serrano como Regente y
a Prim como Presidente del Gobierno de
progresistas, unionistas y demócratas monárquicos, marginando al resto de
fuerzas políticas, y promulgando una serie de decretos: libertad de imprenta; derecho de reunión y
asociación; sufragio universal; convocando a elecciones a Cortes constituyentes
para enero de 1869 (1ª vez en España sufragio universal masculino mayores 25
años) que dio mayoría a la coalición gubernamental, aunque aparecieron dos
minorías sólidas: los carlistas y los republicanos, aprobándose la Constitución monárquica democrática de
1869: *** cortes
constituyentes=crean la constitución.
Primera Constitución democrática de la historia de España; amplia
declaración de derechos y libertades; libertad religiosa; soberanía nacional;
Estado monárquico pero la potestad de elaborar leyes residía sólo en las
Cortes; Parlamento bicameral (Congreso y Senado); las provincias de Ultramar
(Cuba y Puerto Rico) tenían los mismo derechos que las peninsulares.
Las Cortes establecieron una Regencia que recayó en Serrano y Prim
jefe de Gobierno. Su misión hacer frente a las demandas populares, a la
insurrección carlista y a buscar un titular en Europa para la Corona española.
2ª) REGENCIA DE SERRANO Y
GOBIERNO DE PRIM (1869-1870). Uno de los objetivos fue
reorientar la política económica con una legislación que protegiera los
intereses económicos de la burguesía nacional y de los inversores extranjeros. El ministro de Hacienda Figuerola
suprimió la contribución de consumos e introdujo un impuesto directo sobre la
renta; estableció la peseta
como unidad monetaria equivalente a cuatro de los antiguos reales; el grave
estado de la Hacienda Pública (con una
Deuda elevadísima) y de las Compañías ferroviarias (que exigían subvenciones
ante las cuantiosas pérdidas) se pretendió solucionar con la Ley de Minas de 1871, verdadera
desamortización del subsuelo español (venta o concesión de yacimientos mineros
a Compañías extranjeras a cambio de dinero). Lo que liberalizaba el mercado y
ayudaba a la entrada de capitales exteriores, y con los ingresos obtenidos se
hizo frente al pago de la Deuda. Con la Ley
de Bases Arancelarias (1869) se establecía el librecambismo,
poniendo fin al secular proteccionismo español (oposición de los industriales
textiles catalanes y de los cerealistas castellanos, que veían peligrar su monopolio del mercado interior).
La
forma de gobierno monárquica, el mantenimiento del culto y clero (a pesar de la
libertad religiosa), la persistencia de las desigualdades sociales disgustó a
amplios sectores radicales: el campesinado andaluz y extremeño reivindicaba el
reparto de tierras, mientras que en las ciudades el incipiente movimiento
obrero demandaba mejoras laborales y económicas, y se influía de las ideas
internacionalistas de la Iª Internacional (AIT, Asamblea de Londres, 1864)
con la llegada de su delegado Giuseppe Fanelli. En las ciudades eran
continuas las revueltas protestando por las quintas (redención: pago en metálico) y los consumos (impuesto que gravaba productos básicos: vino, carne).
El panorama político
se complica extraordinariamente con respecto al periodo isabelino (carlistas;
moderados; unionistas; progresistas): en la derecha están los carlistas,
que por primera vez participan en las elecciones defendiendo el ultracatolicismo
y la monarquía tradicional, y su base social está en Navarra, País Vasco y un
poco en Cataluña y Levante; los moderados fieles a Isabel II y
partidarios de los Borbones, su líder es Cánovas del Castillo y su base social
los terratenientes. Centro: la conjunción monárquico-democrática (unionistas
de Ríos Rosas, progresistas de Prim, Sagasta y Ruiz Zorrilla y monárquicos
demócratas. Defienden una monarquía democrática y amplios derechos y libertades
y su base social la burguesía financiera e industrial, intelectuales y clases
medias. Izquierda:
Partido Republicano Federal que estaba dividido en dos tendencias: los
benévolos, que controlaban la dirección del partido (Pi i Margall) y eran
partidarios del respeto a la legalidad y que el federalismo se estableciese de
“arriba abajo” (José María de Orense) eran partidarios de la insurrección
popular como vía para establecer la República Federal y que los distintos
territorios se declararan independientes para después pactar libremente su
unión, “de abajo arriba”. Un último grupo lo constituían los republicanos
unitarios que diferían en la organización del Estado republicano: una
República unitaria. Difieren
en la forma de administrar el poder: unitarios
un gobierno central fuerte; federalistas
un gobierno central (de toda España) con pocas competencias -Política Exterior,
Defensa- y el resto de competencias -Educación, Sanidad, etc- las tienen los
gobiernos de los estados miembros (Cataluña, Murcia, etc). Se distingue del
Estado Autonómico actual en que el grado de competencias de los estados es
mayor que en las Comunidades autónomas, solo en eso.
En la revolución de 1868 se plantearon por primera vez
reivindicaciones de carácter social, como solucionar problemas en las
condiciones de trabajo, salarios o reparto de tierras, y para un amplio sector
de la población para conseguir dichas mejoras era necesaria la República
federal, por lo que se produjeron diversos levantamientos al grito de
“República federal o muerte”, el primero en diciembre de 1868 en Cádiz, y al año
siguiente se produjeron en otros lugares oponiéndose a la reimplantación de la
monarquía, el sistema de quintas y el impuesto de consumos. En mayo de 1869 los
republicanos federales crearon en Madrid un Consejo Federal provisional para
provocar levantamientos federalistas, muy fuertes en Cataluña, Aragón, Valencia
y Andalucía. Prim tuvo que recurrir al ejército para contener los
levantamientos.
Problema de la
candidatura al trono español
Una vez aprobada la Monarquía en la Constitución de 1869, cuyo
principal defensor era Prim, había que buscar un candidato al trono, pero Prim descartaba a los Borbones por
principio (“jamás, jamás,
jamás”, lo que invalidaba al príncipe Alfonso), quedando como candidatos: el duque de Montpensier (marido de María Luisa Fernanda,
hermana de Isabel II, quien había subvencionado la Gloriosa aspirando al trono,
pero que al matar en un duelo a un Borbón descartó sus posibilidades); Baldomero Espartero, quien de
forma juiciosa renunció a dicho ofrecimiento; Fernando de Coburgo(renuncia también) de Portugal (se conseguiría así la
ansiada unidad ibérica); Leopoldo de
Hohenzollern-Sigmaringen (la oposición de Napoleón III-carbonari,
luchaba por la libertad- provocaría la guerra franco-prusiana, la caída del II
imperio francés-época von vistmark- y la unificación alemana); sólo quedaba el
candidato italiano, el hijo del rey de Italia Víctor Manuel (que estaba
haciendo la unificación italiana enfrentándose con el Papado), Amadeo de Saboya, quien
finalmente sería el elegido pero, en diciembre de 1870, mientras el rey llegaba
a Cartagena, Prim fue asesinado en Madrid en la calle del Turco (“El rey llega y yo me muero”. Aún no se
sabe quienes lo asesinaron),
lo que auguraba malos tiempos para el nuevo monarca al no poder contar con su
prestigioso valedor.
3ª) MONARQUÍA DE AMADEO
DE SABOYA (1871-1873). La nueva monarquía contaba con escasos apoyos, solo obtuvo en las
Cortes 190 votos de los 311 diputados presentes. Además Amadeo y su esposa
Victoria contaban con la firme oposición
de la nobleza, clero y camarillas cortesanas que eran partidarias de Isabel
II y los Borbones. Tampoco el ejército no vinculado a progresistas ni
unionistas mostró su fidelidad lo que resultaba grave al iniciarse el conflicto
carlista y el cubano. Y el fervor popular iba más por la República. Por tanto a
su alrededor hubo un gran vacío. (Cánovas del Castillo-Manzanares)
Amadeo actuó con escrupulosa lealtad democrática, pero tuvo que
enfrentarse con serias dificultades que crearían una permanente inestabilidad y
harían durar poco su reinado: las dificultades
económicas del Estado que eran acuciantes, recurriendo a la consabida
emisión de deuda pública; la oposición
de los moderados, que consideraban ilegítima a la nueva dinastía
(preparaban la restauración de los Borbones en la figura del hijo de Isabel II,
el príncipe Alfonso), que encabezados por Cánovas del Castillo se ganó a muchos
disidentes unionistas y progresistas, a gran parte de la Iglesia (contraria
desde que Prim obligara al clero a jurar la Constitución de 1869 y también por
ser contraria a su padre Víctor Manuel -Papa, prisionero en el Vaticano-), a la alta burguesía (opuesta a la abolición de la esclavitud en Cuba y a
la regulación del trabajo infantil); el levantamiento armado de los carlistas en Navarra, País Vasco y
Cataluña, queriendo sentar en el trono al pretendiente Carlos VII; sectores republicanos, con insurrecciones de
carácter federalista; sectores anarquistas,
que también utilizaron la vía de la insurrección; la guerra de Cuba, que comenzó en 1868 con el “Grito de Yara” (Guerra
de los Diez Años) con el que Céspedes y los criollos querían obtener la
independencia, todo ello, junto a la desintegración
de la coalición gubernamental (unionistas, progresistas y demócratas) hizo
al rey presentar su renuncia al trono
y abandonar España el 11 de febrero de 1873, instaurándose la República.
4ª) LA Iª REPÚBLICA
(1873-1874). La última etapa del Sexenio fue la Primera República cuya duración
no llegó al año (febrero 1873- enero 1874). Al renunciar Amadeo, las Cortes
depositarias de la soberanía nacional proclamaron la República por 258 votos a
favor frente a 32 en contra, eligiéndose como presidente a Estanislao Figueras. Pero muchos de los que votaron a favor
eran verdaderos monárquicos que lo que querían era ganar tiempo para preparar
la vuelta de los Borbones, y además el régimen sólo fue reconocido por EEUU y
Suiza, pues las demás potencias lo veían como un régimen revolucionario que
ponía en peligro la estabilidad de Europa (burguesa y conservadora).
Pero el entusiasmo popular ante la República fue indudable: en
muchas ciudades los federales crearon Juntas Revolucionarias, ocupando los Ayuntamientos; en Andalucía, los campesinos
ocuparon las fincas exigiendo el reparto de tierras; en ciudades catalanas el
movimiento obrero salió a la calle y exigió la reducción de la jornada laboral,
el aumento de los salarios y la implantación de la República federal.
A los pocos días de ser nombrado, Figueras dimitió, nombrándose a Pi i Margall, que emprendería grandes
reformas: elaborar una Constitución Federal, laicidad del Estado, independencia
de las colonias, restauración de la disciplina militar y elaborar, por primera
vez, leyes sociales: trabajo, quintas, consumos, enseñanza.. Pero los pocos
meses que duró la experiencia repúblicana (11) no permitió el desarrollo de la
legislación, siendo las más innovadoras: la supresión de quintas y la abolición
de la esclavitud en las colonias. El proyecto de Constitución Republicana Federal de 1873 *** seguía la línea de la Constitución de
1869 en cuanto a la implantación de la democracia y el reconocimiento de
derechos y libertades, pero ampliaba estos derechos en el ámbito social, y
además establecía una República con un Presidente, sistema bicameral, estado
laico. Libertad de culto, y la estructura del Estado sería de 17 Estados, entre
ellos Cuba con autonomía política, económica y administrativa., que elaborarían
sus propias Constituciones (origen del nacionalismo periférico y del actual
Estado Autonómico). El nuevo Estado se tuvo que enfrentar a la insurrección
carlista (que se prolongó hasta 1876), la guerra de Cuba y, sobre todo, la
insurrección cantonal: en diversos lugares, artesanos, pequeña burguesía y
asalariados se sublevaron en armas dirigidos por los republicanos
intransigentes, proclamando los cantones. El presidente Pi i Margall se opuso a
utilizar al ejército para aplastar el movimiento cantonal, por lo que dimitió y
fue sustituido por Nicolás Salmerón,
quien acabó rápidamente con la sublevación excepto en Cartagena donde los
cantonales seguían dominando la ciudad (flota de guerra), y al negarse a firmar
las correspondientes penas de muerte para los sublevados, dimitió, siendo
sustituido por Emilio Castelar,
mucho más conservador y representante del republicanismo unitario, por lo que
se observa un desplazamiento hacia la derecha que se confirmaría con el
triunfante golpe de estado del general
Pavía, que el 3 de enero de 1874 entró con la Guardia Civil en el hemiciclo
del las Cortes, expulsando a los diputados, y pasando el poder a unionistas y
progresistas de derechas encabezados por el general Serrano. El 29 de diciembre
de 1874, en un nuevo levantamiento militar, el general Martínez Campos en Sagunto proclamaba rey de España al hijo
de Isabel II, el príncipe Alfonso, comenzando el periodo de La Restauración de los Borbones.
TEMA XIII.- EL REGIMEN DE
LA RESTAURACIÓN. CARACTERÍSTICAS Y FUNCIONAMIENTO DEL SISTEMA CANOVISTA
Durante la larga etapa de la Restauración podemos distinguir tres
periodos: reinado de Alfonso XII (1875-1885), la Regencia de María Cristina (1886-1902) y el reinado de Alfonso XIII
(1902-1931) (hasta el golpe de estado de Primo de Rivera en 1923). Pero durante el reinado de Alfonso XIII el sistema entra en
crisis (aunque se mantiene formalmente la Constitución de 1876 hasta el golpe
de estado de Primo).
I.- ALFONSO XII
(1875-1885), el Pacificador. Antonio Cánovas del Castillo, líder durante el Sexenio de los que
pretendían la restauración de la dinastía de los Borbones, convenció a Isabel
II para que abdicase en su hijo el joven Alfonso (junio, 1870), quien estudiaba
en la academia militar inglesa de Sandhurst, como respuesta a las
felicitaciones por su mayoría de edad al cumplir los 17 años, firmaría el 1 de
diciembre de 1874 el Manifiesto de
Sandhurst, redactado por Cánovas, en el que prometía ser un verdadero
rey liberal: publicado en la prensa española, dos días después tuvo lugar el pronunciamiento de Martínez Campos en
Sagunto (29 diciembre 1874) a favor de la Restauración Borbónica,
asumiendo Cánovas del Castillo la presidencia del Ministerio-Regencia hasta la
venida de Alfonso XII (las malas lenguas circularon el rumor de que su
verdadero padre no era el Rey Consorte, sino un capitán de ingenieros llamado
Enrique Puig Moltó -el hecho coincidía con la famosa promiscuidad de la Reina y
la aparente homosexualidad del Rey-),
proclamado rey por las Cortes a su venida en enero de 1875. Los sucesos más
importantes de su reinado serían la terminación de la tercera (y última) guerra
carlista, la finalización de la insurrección cubana y la elaboración de la
Constitución de 1876.
1.- EL SISTEMA POLÍTICO DE LA
RESTAURACIÓN: EL SISTEMA CANOVISTA.
Todo el mundo ansiaba una vuelta a la estabilidad política después de los
convulsos años del Sexenio y Cánovas supo aglutinar a casi todas las fuerzas
políticas en un nuevo sistema político basado en el bipartidismo (frente al
excluyente monopolio del poder por los moderados en la época isabelina). Se
convocó a elecciones constituyentes (por sufragio universal que después
anularía) y se elaboró la
A)
Constitución de 1876 ***
-
Ha sido la Constitución española que mayor tiempo ha estado en vigor (hasta la
Constitución republicana de 1931)
-
Se parece a la Constitución moderada de 1845 pero tiene una carácter más
liberal
-
Es una clara muestra del liberalismo doctrinario caracterizado por el sufragio
censitario y la soberanía compartida entre las Cortes y el rey (por tanto de
marcado carácter conservador que defiende los valores tradicionales de la monarquía,
la religión y la propiedad)
-
Se conceden amplios poderes a la Corona: derecho de veto, nombramiento de
ministros y potestad de convocar, suspender o disolver las Cortes sin contar
con el gobierno
-
Un Parlamento bicameral: Senado (la mitad por derecho propio, vitalicio o
nombramiento real) y el Congreso de Diputados (de carácter electivo pero no se
fijaba el tipo de sufragio: ley 1878 voto censitario mayores contribuyentes;
Ley 1890 sufragio universal masculino)
-
Confesionalidad católica del Estado aunque se toleraban otras confesiones si no
se hacía pública manifestación. Se restableció el presupuesto de culto y clero
(financiar a la Iglesia)
-
Amplia declaración de derechos cuya concreción remitía a posteriores leyes
ordinarias (que tendían a ser restringidos, sobre todo el de imprenta,
expresión, reunión y asociación)
-
Acusado centralismo político: se suprimen los Fueros vascos y se controlan los
Ayuntamientos y las Diputaciones por el gobierno
B) Partidos dinásticos. Turno
pacífico y alternancia en el poder. Falseamiento electoral y caciquismo. Cánovas estableció un sistema de gobierno basado en
el bipartidismo y la alternancia en el poder de dos grandes partidos
dinásticos, el conservador y el liberal, que renunciaban a los pronunciamientos
para acceder al poder, asegurando un turno pacífico de partidos y el fin de la
intervención del ejército en la política pues, aunque era uno de los grandes
pilares del régimen, quedó subordinado al poder civil (antítesis del régimen de
espadones de Isabel II).
Partido Conservador. Durante el Sexenio el dirigente del Partido
Alfonsino fue Cánovas, que lo
transformó durante la Restauración en el Partido Liberal-Conservador y más
tarde llamado Partido Conservador (tras ser asesinado
el 8
de agosto de 1897, -balneario
de santa Águeda, Mondragón, Guipúzcoa-, por el anarquista italiano Angiolillo, el liderazgo del partido pasó a Francisco Silvela). Aglutinaba a
los grupos políticos más conservadores -excepto los carlistas- y en gran medida
era heredero del partido Moderado (orden, propiedad, tradiciones, Iglesia).
Facilitó la formación de un partido más a la izquierda dinástica que
posibilitase el turno pacífico.
Partido Liberal. Dirigido por Práxedes Mateo Sagasta aglutinando a progresistas, unionistas y demócratas
moderados que aceptaron la dinastía nació el Partido Liberal-Fusionista, más
tarde Partido Liberal, que se sentía heredero de las posiciones ideológicas del
progresismo y defendías posturas más avanzadas como el sufragio universal, un
reformismo social y menor poder de la Iglesia.
En
realidad ambos partidos coincidían en lo fundamental, aunque diferían en
algunos aspectos adoptando papeles complementarios: defendían la monarquía, el
liberalismo, la propiedad privada, el Estado unitario y centralista; su base
social eran las élites económicas -(nobleza, latifundistas, banqueros) y clases
medias acomodadas (comerciantes, industriales, funcionarios); eran partidos de
minorías o partidos de notables que contaban con periódicos y comités por todo
el estado. Entre ambos partidos existía el acuerdo tácito de no promulgar nunca
una ley que forzase al otro partido a derogarla cuando ocupase el gobierno.
El
sistema de turno pacífico se
mantuvo gracias a la corrupción electoral y a la utilización del poder
económico. Era arbitrado por el rey y no por la voluntad popular: el candidato
a presidente debía ser designado por el monarca
y también contar con una mayoría sólida en las Cortes para poder
gobernar pues, en caso contrario, obtenía del rey el decreto de disolución de
Cortes, promovía la convocatoria de elecciones y lograba una mayoría que le
permitiera seguir gobernando. El proceso era inverso al de una democracia en la
que primero se obtiene la mayoría en las elecciones y después se forma
gobierno. El sistema comenzó cuando Alfonso XII llamó a Sagasta a formar
gobierno en 1881 y se institucionalizó en el Pacto del Pardo (1885) con la muerte del rey y para garantizar estabilidad
durante la Regencia de Mª Cristina. Para garantizar su victoria electoral cada
grupo político procedía a manipular las elecciones: el fraude electoral
conseguía siempre apoyar la decisión real de relevar al gobierno, sistema que
funcionaba por el caciquismo: cada partido se cimentaba en una red de
relaciones personales, clientes o amigos políticos que le prestaban apoyo a
cambio de favores. Cuando el partido de turno llegaba al poder repartía cargos,
concesiones o privilegios a sus clientes para obtener el máximo de votos en la
zona, compraban o presionaban a los electores y a los poderes locales (juez,
gobernador, Guardia Civil), falseaban las listas electorales o manipulaban los
votos obtenidos. Estas prácticas se llamaron el pucherazo. Era el Ministro de la Gobernación (similar al
actual de Interior) quien controlaba el proceso a través de los gobernadores
provinciales y alcaldes, y quien se encargaba de elaborar el encasillado o acuerdo entre conservadores y liberales
para decidir antes de las elecciones qué cargos debían recaer en el partido de
gobierno y cuáles en el de la oposición. Este sistema era propio de un país
atrasado y agrario como España, donde el valor del sufragio universal era
escaso ante el analfabetismo y el poder
de los terratenientes.
2.- EL FIN DE LOS CONFLICTOS BÉLICOS:
LA 3º GUERRA CARLISTA, LA CUESTIÓN DE CUBA Y EL CONFLICTO DE LAS CAROLINAS.
A) La Tercera Guerra Carlista
(1872-1876). Tuvo lugar entre los
partidarios de Amadeo de Saboya, la Iª República y Alfonso XII y los
partidarios del pretendiente carlista Carlos VII duque de Madrid. Tras la
dimisión de Ramón Cabrera como jefe político y militar de los carlistas por
entender que no se daban las condiciones para la victoria -y reconociendo a
Alfonso XII como legítimo rey-, el pretendiente se sublevó en el País Vasco y
Navarra restaurando los Fueros
abolidos por Felipe V, lo que animó a sus seguidores de Cataluña, Aragón y
Valencia. Fue una guerra de partidas hasta que en 1873 el pretendiente se puso
al frente de 24000 hombres y ocuparon casi todo el País Vasco, creando un
verdadero Estado cuyo rey era Carlos VII y su base territorial las Diputaciones
forales. En Cataluña los carlistas serían vencidos por tropas mandadas por Martínez
Campos en el verano de 1875 y el gobierno pudo concentrar sus tropas en el
frente norte con la presencia del joven rey: los carlistas fueron desalojados
de Bilbao, Estella y Montejurra, y el pretendiente tuvo que traspasar la
frontera con 10000 seguidores, dándose por finalizada la contienda.
La
derrota carlista supondría la definitiva abolición de los Fueros vascos-navarra
no- recordar explicar comunidad foral quedando estos territorios
sujetos al pago de los impuestos y al servicio militar como el resto del estado
(pero en 1878 se estipuló un sistema de conciertos económicos que les concedía
cierte autonomía, pagando a la Administración Central un cupo recaudado
directamente por las Diputaciones provinciales).
B) Guerra de Cuba: Guerra de los Diez
Años (1868-1878) o Guerra Grande -en Cuba-. La sublevación de los independentistas comenzó con el
Grito de Yara en 1868 en la finca Demajagua
que pertenecía a Carlos Manuel de Céspedes.
Las causas eran de índole económica (la metrópoli imponía altos impuestos,
rígido control comercial, esclavismo), política (no se permitía a los cubanos
ocupar cargos públicos, no tenían derecho de reunión, libertad de prensa, no
podían existir partidos políticos cubanos) y sociales (marcada división de
clases, existencia de prejuicios raciales, existencia de la esclavitud). La
guerra tuvo un carácter antiesclavista, anticolonialista y de liberación
nacional. La guerra comienza cuando Céspedes dio la libertad a sus esclavos y
leyó la Declaración de Independencia o Manifiesto del 10 de octubre (1868).
España, además de la ofensiva militar, emprendió una españolización de la isla
al enviar más de 1 millón de emigrantes desde 1868 a 1898. Como resultado de la
actuación militar y las negociaciones, en 1878 se firmó la Paz de Zanjón que
incluía una amplia amnistía, abolición de la esclavitud, reformas políticas y
administrativas, pero el incumplimiento de estas reformas provocaría un nuevo
conflicto en 1879 (La Guerra Chiquita) y la posterior
insurrección de 1895. La
guerra de independencia (1895-1898)
estalló cuando José Martí dio el Grito de Baire (1895). El general Martínez Campos combatiría contra los
dirigentes de los mambises -independentistas cubanos-, José Martí (que pereció en un encuentro), Antonio Maceo y Máximo Gómez
y, al fracasar, fue sustituido por el general Weyler en 1896, que condujo las
tropas con mayor rigor y una enérgica política (obligación de los campesinos de
concentrarse en las ciudades para desmantelar las guerrillas), y una comisión
norteamericana protestó en España por estas medidas, creándose un ambiente
hostil en los españoles contra EEUU. La
guerra hispano-norteamericana, que terminó con un desastre para las tropas
españolas, se inició con la explosión en el acorazado americano “Maine” en el puerto de La Habana: fue
el pretexto para que USA declarase la guerra a España que terminaría con la Paz de París por la que España perdía
Cuba, Puerto Rico, Filipinas y la isla de Guam (la mayor de las islas Marianas,
y en la actualidad pertenece a EEUU): era el fin del imperio español.
C) Conflicto
de las Carolinas. Alfonso XII realizó en el año 1883 una visita oficial a Bélgica, Austria, Alemania y Francia. En Alemania aceptó el nombramiento como coronel
honorario de un regimiento de la guarnición de Alsacia,
territorio conquistado por los alemanes y cuya soberanía reclamaba Francia. Este hecho dio lugar a un recibimiento
hostil al monarca español por parte del pueblo de París
durante su visita oficial a ese país.Alemania, pretextando que España tenía abandonadas las islas Carolinas envió un cañonero para ocuparlas (1885). Este suceso exacerbó el patriotismo de los españoles que pedían la guerra contra Alemania. Por la prudencia de Cánovas y del rey, el conflicto no llegó a estallar, aceptando España y Alemania el arbitraje del Papa León XIII reconociendo las islas como propiedad de España que las vendió finalmente a Alemania.
Alfonso XII (con mucho el mejor de todos los monarcas Borbones) comenzó su reinado con 17 años. A los 20 años casó con su prima María de las Mercedes, quien falleció de tifus cinco meses después de la boda (y el rey se entregó a un frenesí sexual continuado). Por motivos sucesorios le obligaron a casarse de nuevo, eligiéndose a María Cristina de Habsburgo-Lorena, prima del emperador Francisco José I de Austria. Tras visitar a enfermos del cólera (a espaldas del gobierno) murió de tuberculosis en 1885 a los 28 años sin dejar heredero varón (tenía dos hijas). Su viuda estaba embarazada: en mayo de 1886 nacería su hijo póstumo, el futuro Alfonso XIII. (De la actriz Elena Sanz tendría dos hijos ilegítimos -se decía que se la presentó Isabel II para evitar se casara con su prima-).
II.- REGENCIA DE MARIA CRISTINA (1885-1902)
Durante la Regencia de Mª Cristina (conocida como “doña Virtudes”), se consolidó el sistema canovista cuando a la muerte de Alfonso XII, Cánovas y Sagasta firmaron el Pacto del Pardo (1885). La reina viuda (y embarazada) confió la formación de gobierno al líder del partido Liberal, Sagasta comenzando el gobierno de los liberales llamado del Parlamento largo (1885-1890):
* introdujeron derechos individuales del texto constitucional de 1869 (libertad de prensa e imprenta, libertad de cátedra).
* libertad de asociación (Ley de Asociaciones de 1887) que permitió la aparición de sindicatos como la socialista UGT
* Ley del jurado (1888) que permitía a la sociedad participar en la justicia
* Código Civil (1889)
* Sufragio universal masculino (1890)
* La aproximación a los problemas sociales y a la condición obrera, se creó la Comisión de Reformas Sociales (1883) por iniciativa de Segismundo Moret para estudiar las cuestiones relativas a las clases trabajadoras (sería el precedente del Instituto de Reformas Sociales -1888-) y que después daría lugar al nacimiento del Ministerio de Trabajo
* El debate entre los partidarios del librecambismo (Moret) y del proteccionismo (conservadores y algunos liberales como Gamazo), se resolvió con la adopción de medidas proteccionistas (arancel de 1891) para proteger a la industria catalana y vasca, la minería asturiana y los productores de cereal castellanos (pero perjudicando a los consumidores españoles).
Lo más destacable durante la Regencia de Mª Cristina fue la guerra hispano-norteamericana en el contexto de la guerra de Cuba, y la consiguiente pérdida de las últimas posesiones del imperio colonial, surgiendo un gran pesimismo en la sociedad española y también el regeneracionismo: como consecuencia del desastre del 98, algunos intelectuales españoles comenzaron a pensar sobre lo que llamaron el "problema de España": España debía cambiar, "regenerarse", para convertirse en un país moderno. Una de las figuras más importantes del regeneracionismo fue Joaquín Costa.
XIV.- LA OPOSICIÓN AL
SISTEMA CANOVISTA. EL NACIMIENTO DE LOS NACIONALISMOS PERIFÉRICOS.
Entre las fuerza políticas fuera del sistema canovista y opuestas
al régimen de la Restauración destacaban:
1.- PARTIDOS A LA DERECHA
DEL SISTEMA
- Los carlistas.
Tras su derrota en la tercera guerra carlista en 1876 se prohibió la estancia
del pretendiente don Carlos de Borbón y el carlismo entró en una grave crisis
al reconocer varios de sus dirigentes a Alfonso XII como rey (por ejemplo el
carismático Ramón Cabrera, “El Tigre
del Maestrazgo”). Su nuevo dirigente sería Cándido
Nocedal, quien extendió los Círculos
carlistas por todo el país, manteniendo su principal fuerza en Navarra,
País Vasco y Cataluña, y siendo el renovador del partido Vázquez de Mella en un programa conocido como “El Acta de Loredan” (nombre del
palacio veneciano en donde residía el pretendiente) en el que, aunque se
mantenían algunos de sus viejos
principios (catolicismo, fuerismo, oposición a la democracia), no se defendía
la vuelta al Antiguo Régimen.
- El Partido Católico
Nacional, partido católico integrista (la política supeditada a la
religión) fundado por el hijo de Cándido Nocedal, Ramón Nocedal como un partido distinto del carlismo.
- La Unión Católica
(1881) de Alejandro Pidal,
partido conservador y católico.
2.- PARTIDOS A LA
IZQUIERDA DEL SISTEMA
- Los partidos
republicanos. El Partido
republicano Posibilista de Emilio Castelar, que entendía que el régimen
de la Restauración garantizaba la paz social y consideraba “posible” que la
monarquía asumiese algunos de los principios democráticos.
- El Partido Republicano
Progresista de Ruiz Zorrilla que no descartaba la acción violenta
contra el monarca.
- El Partido Republicano
Federal de Pi i Margall, que después de la funesta experiencia de 1873
tenía escasa fuerza.
- Sin embargo el republicanismo perdió presencia entre las masas
obreras y los votos del proletariado fueron hacia el naciente Partido Socialista Obrero Español
(PSOE), fundado por Pablo Iglesias en 1879.
Pero los partidos y movimientos político-sociales que más fuerza
alcanzaron fueron los nacionalismos
periféricos: el nacionalismo catalán y el nacionalismo vasco.
3.- LOS NACIONALISMOS PERIFÉRICOS
En el último cuarto del XIX comenzó en España
el ascenso de movimientos de carácter nacionalista o regionalista, grupos de
intelectuales, políticos y empresarios contrarios al centralismo y uniformismo
estatal. Entre los factores
que contribuyeron a propiciar los nacionalismos periféricos:
A) Causas
· CAUSAS
POLÍTICAS
* El modelo de Estado centralista y unitario adoptado por
el liberalismo español desde los años treinta del siglo XIX, a imitación del
francés, continuando el modelo
castellanizante impuestos por los Borbones en el siglo XVIII, a raíz de los
decretos de Nueva Planta.
* La división provincial de España
(Javier de Burgos) nombrándose gobernadores civiles y militares, y pretendiendo
desconocer y disolver las peculiaridades regionales y comarcales en un proceso
de integración común En noviembre de 1833, el secretario de estado de Fomento,
Javier de Burgos , creó un estado centralizado dividido en 49 provincias . Las
provincias recibieron el nombre de sus capitales (excepto cuatro de ellas, que
conservaron sus antiguas denominaciones: Navarra, con capital en Pamplona,
Álava con Vitoria, Guipúzcoa con San Sebastián y Vizcaya con Bilbao).
* La
castellanización de todo el País impuesta en los Decretos
de Nueva Planta (1715) habían castellanizado España salvo el País Vasco y
Navarra que habían conservado parte de sus fueros.
* La perdida de los Fueros de Navarra y País Vasco
(excepto los derechos civiles y los conciertos económicos) a raíz de la tercera
guerra carlista y el decreto de Cánovas del Castillo. Ante este intento de
uniformización se planteará otra forma de ver España, defendiendo una España
diversa y multinacional, a la que consideraban más acorde con la realidad
social e histórica.
* El uso patrimonial del Estado por parte de
las élites políticas liberales las desautorizó como impulsoras de
cualquier plan de “cohesión nacional”
* Tras la crisis del 98, el problema de la
identidad de España se vio agudizado. Con el desastre de Cuba también se hunde
ese concepto uniformista de España y aparecen una serie de regeneracionismos que critican a la España del momento y proponen
un modelo alternativo. Uno de esos
regeneracionismos fue el nacionalista periférico, que proponía una nueva
estructura de España, una España federal, culpando de los males
actuales al centralismo existente. En Cataluña y en el País Vasco ambos
nacionalismos empiezan a partir de esta fecha a obtener importantes resultados
electorales, terminando con la supremacía electoral de los partidos dinásticos
en estas zonas.
· CAUSAS
CULTURALES
* La existencia de lenguas vernáculas y costumbres
autóctonas: se reivindica el uso de dicha lengua y su utilización a nivel
oficial
* El Romanticismo con la añoranza
por un pasado glorioso y a menudo idealizado: la existencia de una historia y unas tradiciones propias y
diferenciadas del resto de España
· CAUSAS
ECONÓMICAS
La importancia de los factores económicos viene dada por la
aparición de la industrialización
. La industrialización de España fue muy dispersa (Cataluña y País Vasco se
industrializaron y el resto de España continuó agraria), muy sectorializada
(básicamente textil y siderúrgica) y muy dependiente de la política económica
de los gobiernos (necesidad del proteccionismo). Así la burguesía catalana y
vasca demanda políticas proteccionistas y estas reivindicaciones se unen y se
funden a las de carácter político. (El
nacionalismo gallego y andaluz, de carácter más agrario, se basan en los
agravios económicos con respecto a regiones o nacionalidades más avanzadas).
* Fuerte
industrialización del País Vasco y Cataluña (resto España continúa
siendo agraria)
* Industria fuertemente sectorializada
(País Vasco: siderurgia; Cataluña: Textil)
* Firme defensa del proteccionismo
para proteger sus intereses
B) LOS NACIONALISMOS
* NACIONALISMO CATALÁN. Fue la primera región en desarrollar un
movimiento nacionalista. En el siglo XIX tuvo un gran crecimiento económico y
la industrialización había hecho de Barcelona la primera zona industrial de
España y había propiciado el nacimiento de una influyente burguesía industrial
que defendía a ultranza una política proteccionista.
Como en los otros nacionalismos, el inicio tuvo un carácter cultural y desde el primer tercio de
siglo surge un movimiento intelectual y teóricamente apolítico, denominado la Renaixença que abarcaba,
intentando revalorizarlos, los más diversos campos de la actividad intelectual
-Historia, Literatura, Artes- que tuvieran relación con Cataluña y siempre
utilizando su propia lengua y sus costumbres. Alrededor de 1830 nació la
Renaixenca, que podemos englobar dentro del Romanticismo y tenía como objetivo la recuperación de las señas de
identidad de Cataluña. Se trataba de hacer revivir las culturas regionales y de
redescubrir el pasado, las tradiciones y el folclore de las provincias. El
catalán -que nunca había dejado de
hablarse y escribirse- corría el peligro de transformarse en un dialecto.
En 1833 Barcelona recuperó su universidad
que estaba cerrada desde el reinado de Felipe V. En el mismo año, Aribau compuso “Oda a la patria catalana”, a la
que seguirían los versos -también en catalán- de Verdaguer, Maragall
y otros poetas. Por la misma época diversos historiadores y eruditos
dieron a conocer la grandeza de la Cataluña medieval a través de la
difusión de diversos fondos del Archivo de la Corona de Aragón. En 1859 el ayuntamiento de Barcelona impulsó
los Juegos Florales, cuya
finalidad era premiar las mejores poesías escritas en lengua catalana. Los
sentimientos de exaltación patriótica fomentaron los grandes coros que, además de cantar sones del país, tenían,
por su teatralidad, algo de encantamiento visible del espíritu de un pueblo
actuando al unísono y conjuntando esfuerzos. La proliferación de publicaciones regionales en las que se
afirma progresivamente la idea de una nacionalidad catalana comienza ya en la
década de 1870. Ejemplos significativos son los ensayos de Juan Mañé i
Flaquer , director del Diario de
Barcelona y José Torras y
Bages, obispo de Vic, propulsor de un regionalismo tradicional y
confesional que tuvo un amplio eco en la Cataluña rural. En este proceso se inscribe también la
creación del primer diario en lengua
catalana (“El Diari Catalá”) en 1877 y la celebración del Primer Congreso Catalanista en 1880
convocado por Valentín Almirall.
Fueron surgiendo diversas tendencias catalanistas, entre las
que cabe destacar la creación del Centre Catalá en 1882 por Valentín Almirall, republicano
izquierdista que por primera vez reclamó la autonomía de Cataluña a la vez que
denunciaba el caciquismo. Valentí Almirall y el Centro Catalán redactarían el memorial de Greuges, con el que
se reivindicaba la Identidad de Cataluña, propuesta presentada
a Alfonso XII en 1885:
“No tenemos,
Señor, la pretensión de debilitar, ni mucho menos atacar, la gloriosa unidad de
la patria española; antes por el contrario, deseamos fortificarla y
consolidarla; pero entendemos que para lograrlo no es buen camino ahogar y
destruir la vida regional para sustituirla por la del centro... Señor: se nos
arrebató nuestro sistema administrativo, que hoy encuentran bueno e imitan
naciones cultas de Europa... No podemos usar nuestra lengua más que en nuestros
hogares, desterrada de las escuelas... A fuerza de trabajo y privaciones sin
cuento, nuestros industriales han creado una industria española que en cuarenta
años ha progresado y alcanzado altísimo nivel. Esta industria viene siendo
atacada de raíz de algunos años a esta parte... La tendencia llamada
librecambista... es una espada de Damocles suspendida sobre la producción” (Memoria
en defensa de los intereses de Cataluña, 10 de marzo de 1885).
En 1887, bajo la iniciativa de Enric Prat de la Riba y Lluis Doménech i Montaner, se fundó la LLiga
de Catalunya de raíces católicas y conservadoras que unos años más
tarde se uniría al Centre Escolar Catalanista para organizar una serie de
mítines en los que se defendía la reivindicación de la nación catalana y se
reclamaba el derecho de Cortes Generales independientes y autogobierno.
El aglutinador fue Prat
de la Riba que en 1891 fundó la Unión Catalanista, partido de tendencia
conservadora y católica, y redactó el programa llamado Bases de Manresa en que se reclamaba un amplio régimen de
autogobierno para Cataluña, dentro del Estado Español y bajo su monarquía, y
proponía un reparto de funciones entre el poder central y el regional.
Prat de la Riba
en su libro “La Nacionalitat Catalana”
expuso el sentimiento de frustración del pueblo catalán y describía las etapas
del nacionalismo: la fase de provincialismo, de regionalismo y de nacionalismo.
También anunciaba una etapa futura de imperialismo en la que Cataluña aspiraría
a expandirse hacia Baleares y Valencia.
Obra suya fue también la formación de la
Lliga Regionalista
que tuvo como figura política a Frances
Cambó y que tenía el doble objetivo de conseguir la autonomía política
y el proteccionismo económico.
- Es un partido conservador, católico y burgués que, aunque defendía los intereses económicos del empresariado catalán, estaba alejado de cualquier posición independentista
- Tenía dos objetivos principales:
- Autonomía política para Cataluña dentro de España
- Defensa de los intereses económicos de los industriales catalanes: una política comercial proteccionista.
· En 1901 los cuatro presidentes provinciales
de la Liga salieron elegidos diputados y, poco a poco, se fue convirtiendo en
el partido mayoritario en Cataluña. Sin embargo, las aspiraciones
autonomistas catalanas chocaron con la política centralista de los gobiernos y
de las Cortes, que recibieron a los nacionalistas con recelo.
· Sólo a partir de 1914 y 1925 funcionó la Mancomunidad de Cataluña,
gobierno regional meramente administrativo.
Resumiendo:
el nacionalismo catalán surgió con el movimiento cultural de la Renaixença cuyo objetivo era
recuperar el catalán como la lengua hablada en Cataluña a lo que se unió los
intereses económicos de lucha por el proteccionismo (“unión arancel y poesía”).
En la década de 1880 se desarrolló el catalanismo político, una corriente
tradicional defendida por el obispo Torras
y Bages; otra de carácter progresista defendida por Almirall con su Centre
Català que defendía la autonomía
para Cataluña. La consolidación del catalanismo político se dio con la
elaboración por Prat de la Riba y su
partido Unió Catalanista de las “Bases de Manresa” (1892)
documento que se considera el padre del nacionalismo catalán. Con la crisis de
la Restauración la burguesía deseo tener su propia representación política en
Las Cortes: en 1901 se creó La Lliga
Regionalista, fundada por Prat
de la Riba y Francesc Cambó,
principal partido en Cataluña durante el primer tercio del siglo XX.
* NACIONALISMO VASCO. El nacionalismo vasco nació en
fechas más tardías y tuvo sus apoyos sociales sobre todo en la pequeña y
mediana burguesía y en el mundo rural. Fue más radical y racista que el
catalán.
En su formación inciden tres factores:
- un movimiento cultural para la recuperación de su cultura
- los efectos de la revolución industrial y la inmigración
- y, sobre todo, la derrota del carlismo y la anulación de sus fueros por Cánovas
El nacionalismo vasco es una ideología política y
cultural que aboga por la unidad y defensa de la entidad cultural de los
territorios que configuran la nación vasca, y que actualmente se reparten entre
España y Francia por lo que su extensión territorial se correspondería con
la de Euskal Herria:
- Iparralde (traducido como "la parte norte"):
correspondiente a los antiguos territorios de Labort, Sola
y Baja Navarra
(Lapurdi, Zuberoa y Behe Nafarroa) que forman el País Vasco
francés, en el departamento de los Pirineos
Atlánticos.
- Hegoalde (traducido como "la parte sur"):
correspondiente a las comunidades autónomas españolas del País Vasco
y Navarra, el enclave burgalés
del Condado de
Treviño y el enclave cántabro del Valle de
Villaverde.
En
el nacionalismo vasco aparecen dos
tendencias bien diferenciadas:
- Un nacionalismo radicalizado que defendía la recuperación íntegra de los fueros. Eran los que se aferraban al mundo tradicional y agrario, que no se adaptaban a los cambios que la revolución industrial conllevaba, para ellos la defensa de sus fueros equivalía a defender su esencia de lo vasco, su raza, su historia, su tradición, su lengua. La abolición de los fueros se convirtió en el agravio más importante del gobierno central y la petición de independencia su reivindicación fundamental.
- Un nacionalismo de carácter más burgués y urbano. Estos aceptaron la abolición de los fueros y supieron rentabilizar la situación para transformar la pérdida en conciertos económicos con Madrid en provecho propio y presionar en pro de una legislación proteccionista.
Políticamente,
el nacionalismo vasco comienza en la
2ª mitad del siglo XIX reivindicando la Identidad Vasca. Como reacción
a las medidas contra los carlistas surgió una reacción contra el gobierno que
reivindicaba la lengua y la cultura Vasca y estaban en contra del proceso de
“españolización” al que estaban sometidos.
Sabino
Arana configuró el Primer
Programa Nacionalista Vasco que defiende la raza, el catolicismo,
la independencia de las Vascongadas,
el euskera, el antiespañolismo y las costumbres
vascas. Sabino Arana nombró a la Patria de todos los Vascos con un
neologismo: Euskadi.
Fundó el periódico Bizkaitarra
desde el que publicó la necesidad de una “euskaldunización”
de la sociedad, idealizando el mundo rural y reivindicando el uso del euskera
como lengua nacional. No predicó la
independencia mediante la violencia, aunque dejó explícita la apelación
a la sangre cuando la historia lo aconseje. Pero los seguidores de Arana
promovieron incidentes como la
“sanrocada”, (1893) un altercado con los carlistas en Guernica, el día
de San Roque de 1893, en el curso del cual gritaron
mueras a España y quemaron una bandera española. La “sanrocada” es
considerada la primera manifestación nacionalista vasca.
En 1895 fundaba el
Partido
Nacionalista Vasco (PNV) con unos planteamientos muy radicales,
basados en:
· Defensa de la creación de un estado vasco independiente
(Euzcadi), formado por Álava, Vizcaya, Guipúzcoa, Navarra, y las provincias
vascas de Laburdi y Zuberoa. Sabino Arana fue
también el creador de la ikurriña. Por ello, a diferencia del carlismo,
no defendía los fueros, considerados como una concesión de la corona española.
· Radicalismo
antiespañol, considerando a los españoles (maketos, moros, chinos) unos invasores y pervertidores de la
esencia vasca.
<<“El bizkaino es inteligente y hábil para toda clase de trabajos; el
español es corto de inteligencia y carece de maña para los trabajos más
sencillos. Preguntádselo a cualquier contratista de obras y sabréis que un
bizkaino hace en igual tiempo tanto como tres maketos juntos”. “Tanto están
obligados los bizkainos a hablar su lengua nacional, como a no enseñársela a
los maketos o españoles. No el hablar éste o el otro idioma, sino la diferencia
del lenguaje es el gran medio de preservarnos del contacto con los españoles y
evitar así el cruzamiento de las dos razas”>>
· La
raza euskeriana es sustancialmente distinta de la raza española. Exaltación xenófova y racista de la
étnia vasca: << Si fuese
moralmente posible una Bizcaya foral y euzkeldun pero con raza maketa, su
realización sería la cosa más odiosa del mundo, la más rastrera aberración de
un pueblo, la evolución política más inicua y la falsedad más estupenda de la
historia... y vosotros degenerados y corrompidos por la influencia española, o
los habéis adulterado por completo, o los habéis reemplazado por los usos y
costumbres de un pueblo a la vez afeminado y embrutecido... Tanto nosotros
podemos esperar más de cerca nuestro triunfo, cuanto España se encuentre
postrada y arruinada... el favorecer la
irrupción de los maketos es fomentar la inmoralidad en nuestro país; porque
si es cierto que las costumbres de nuestro Pueblo han degenerado notablemente
en esta época, débese sin duda alguna a la
espantosa invasión de los maketos, que traen consigo
la blasfemia y la inmoralidad... Es preciso apartarse de los maketos en todos
los órdenes de la vida... “Gran daño
hacen a la Patria cien maketos que no saben euskera: mayor es el que le hace
uno solo que lo sepa” >>
· Integrismo
católico, acorde con sus raíces carlistas, postulaba un estado vasco casi teocrático. “Euskadi se
establecerá sobre una completa e incondicional subordinación de lo político a
lo religioso, del Estado a la Iglesia”. El lema del PNV será “Dios y Leyes Viejas” Este
aspecto es un claro elemento de continuidad con el carlismo.
· Promoción
de la lengua y la cultura vascas; · Apología
del mundo rural vasco tradicional; · La
virulencia de su lenguaje, las reyertas, los insultos a la bandera (“el
trapo abominable”), los llamamientos a apedrear a los maestros de los pueblos,
su desafío solapado, pero constante, a las leyes y, en fin, su separatismo
combativo en tiempos en que España afrontaba inquietudes de rebelión en Cuba y
Filipinas, motivaron denuncias contra Arana. La justicia desestimó las tres
primeras, pero la cuarta (por injurias a un particular) le condujo durante 2
meses la cárcel de Larrinaga. Recibía visitas y celebraba comidas
familiares sin apenas trabas. <<“Me han destinado un cuartito decente en lo
que cabe; de paredes blanqueadas y fregado suelo. Y me permiten circular por
todo el interior de la cárcel (…) No he pedido ni pediré ningún favor (…) Si
ellos espontáneamente me otorgan alguno, lo recibiré sin darles las gracias (…)
no opongo ni opondré resistencia a cuantas vejaciones se me hacen y puedan
hacérseme, porque por hoy nos toca a todos los nacionalistas bajar la cabeza y
sufrir”>>. · En una segunda etapa de su pensamiento
Sabino Arana moderó sus planteamientos y viró hacia un nacionalismo del modelo
catalán, en el que se pedía autonomía pero no independencia.
Planteamiento que correspondía a la tendencia más moderada, urbana y burguesa
del nacionalismo vasco. Sabino Arana con su esposa Nicolasa, que tenía 126
apellidos vascos.
· El PNV
asumió e integró estas dos tendencias, predominando una u otra en distintas
etapas. Aunque siempre dominó su carácter conservador y católico. Desde
entonces convivieron y conviven las dos tendencias, no sin enfrentamientos,
disputas y escisiones. Una tendencia más pragmática que pedía la reforma del
Estado y la autonomía; y otra, más fiel a los planteamientos independentistas
de Arana. A finales de siglo, el PNV obtuvo sus primeros escaños, aglutinando
el voto de las clases medias urbanas y rurales, preocupadas por el creciente
peso de los trabajadores inmigrantes, generalmente identificados con el
socialismo, por lo que crearon un sindicato nacionalista en 1911 Solidaridad de los Trabajadores
Vascos (ELA-STV) controlado por
el PNV que todavía perdura y es el sindicato nacionalista más importante. El nacionalismo
vasco, al igual que otras ideologías, cuenta con una simbología propia:
- Aberri Eguna: Cada Domingo
de Resurrección los partidos nacionalistas vascos celebran el
"Aberri Eguna", o día de la patria vasca.
- Aberri: Sabino
Arana Goiri estableció el
vocablo "aberri" (patria) por primera vez para sintetizar
la existencia de una palabra en euskera o vascuence que denominara el
anhelo de su ideología. Con este mismo sentido surgiría el concepto "Euzkadi", neologismo creado por
Arana frente al concepto
"Euskal Herria", utilizado ampliamente hasta entonces por los partidos que
él consideraba "españolistas".
- Abertzale:
De la palabra "aberri" se deriva "abertzale" (patriota)
que es frecuentemente empleada por los partidos nacionalistas para
referirse a la comunidad que representan.
- Ikurriña: Literalmente bandera, fue diseñada por
los hermanos Arana para ser en principio la bandera de Bizkaia; su
extensión dio lugar a que fuera aceptada como bandera oficial de la
comunidad autónoma del País Vasco. El nacionalismo vasco también la adopta
simbólicamente como bandera de Euskal Herria.
D) OTROS NACIONALISMOS: GALLEGO, VALENCIANO,
ARAGONÉS Y ANDALUZ. Fueron mucho más débiles y tardíos y
tuvieron un carácter regionalista más que nacionalista.
· NACIONALISMO
GALLEGO. En Galicia, mucho más atrasada económicamente, surgió
un movimiento regionalista que reivindicaba su cultura y tradición. Recogiendo
esa tradición, un grupo de intelectuales y literatos, a mediados del siglo XIX
(Rosalía de Castro), trataron de impulsar un movimiento de resurgimiento
cultural (“Rexurdimento”): El
galleguismo tuvo un carácter estrictamente cultural hasta bien entrado el siglo
XX y pretendía que la lengua gallega que era usada sobre todo en el mundo rural
se convirtiera en lengua literaria.
Minorías cultas e insatisfechas con la situación del país responsabilizaron del
atraso económico a la subordinación política de Galicia a Madrid, que forzaba a
muchos gallegos a la emigración. En la última etapa de la Restauración el
galleguismo fue adquiriendo un carácter más político.
En el siglo XX aparece un nacionalismo gallego con una
visión más progresista, combativa, cuyas figuras más destacadas serían Murguía, Brañas y, sobre todo, Castelao.
· Los regionalismos valenciano, aragonés y andaluz.
Con menor fuerza y con un carácter más cultural y económico que político,
también en Valencia, Aragón y Andalucía surgieron movimientos reivindicativos
de su propia identidad. En Valencia,
el movimiento valencianista nació como una corriente cultural que reivindicaba
la lengua y cultura propias y tuvo en Llombart
y Llorente sus máximos
representantes (influyendo también de forma decisiva los escritos de Blas
Ibáñez). El aragonismo
impulsó la defensa del Derecho Civil aragonés y sus instituciones medievales.
El andalucismo se desarrolló
con la figura de Blas Infante (“El Ideal andaluz”) que fundó en Sevilla el
Centro Andaluz (1916) y participó en la primera asamblea regionalista andaluza
celebrada en Ronda en 1918 que estableció las bases del andalucismo y el himno
y la bandera andaluza (verde, blanca y verde).
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