lunes, 27 de febrero de 2012

HISTORIA DE ESPAÑA PAU: TRANSFORMACIONES ECONÓMICAS Y REINADO ALFONSO XIII


XV.- TRANSFORMACIONES ECONÓMICAS Y CAMBIOS SOCIALES EN EL PRIMER TERCIO DEL  SIGLO XX
I.- LA DEMOGRAFÍA. La transición demográfica fue un suceso común a todos los países en el proceso de industrialización y se inició en las últimas décadas del siglo XIX y se caracterizó por el descanso primero de la tasa de mortalidad y después de la tasa de natalidad, lo que provocó primero un intenso crecimiento de la población y después un moderado crecimiento.
De 1870 a 1930 la tasa de mortalidad cayó del 30/ººº al 20/ººº por la mejora de la alimentación y de las infraestructuras higiénico-sanitarias, menor incidencia de las enfermedades infecciosas por la potabilidad del agua, limpieza y alcantarillado, higiene en los alimentos, etc. La mortalidad infantil también experimentó un notable retroceso por lo que la esperanza de vida aumentó (1900 de 34 años; 1930 de 50 años).
El descenso de la natalidad se inició más lentamente (2ª década siglo XX) por unos mayores niveles de urbanización y  racionalidad en la planificación familiar. La tasa de natalidad pasó del 34/ººº en 1900 al 30/ººº en 1930. Como resultado, la población española creció considerablemente: en 1900 era de 18 millones de habitantes; en 1930 era de 24 millones.
Los movimientos migratorios se produjeron como consecuencia de un desfase entre la explotación de recursos económicos y el exceso de población, produciéndose un sobrante; y también por la mejora de la navegación, que acortó la travesía del Atlántico, y eso que explica que a partir de 1880 se produjera una gran emigración a ultramar  y desde 1900 hasta la Primera Guerra Mundial alcanzase un máximo sin precedentes.
Pero ralentizada la emigración exterior se agudizaron las emigraciones interiores: de 1900 a 1931 la población activa agraria pasó de 5 a 4 millones, lo que significó que muchos campesinos de Castilla, Murcia, Andalucía y Aragón emigraran a núcleos industriales como Madrid, Barcelona, Bilbao y Sevilla.
Este proceso intensificó la urbanización y la pérdida de peso de los núcleos rurales. Ciudades grandes incrementaron notablemente su población. En 1930 Madrid y Barcelona tenían 1 millón de habitantes; habían llegado a 100.000 ciudades como Bilbao, Valencia, Sevilla. Los centros industriales y mineros fueron receptores de mucha mano de obre procedentes de otras regiones, con el consiguiente problema de hacinamiento, desarraigo, etc.
II.- LA AGRICULTURA. La crisis agraria que afectó a Europa a finales del XIX, también afectó a España, con una agricultura mayoritariamente de secano orientada al cultivo de cereales, el olivo y la vid
1.- Crisis agraria. Afectó los cereales y a la viticultura.
a) Crisis cerealista. La acusó más fuerte que los países de su entorno con la llegada a Europa de productos procedentes de países de agricultura extensiva muy (EEUU, Argentina, Canadá), con precios más bajos que los europeos consecuencia de una producción elevada y reducción de costes. En Castilla, la competencia hizo bajar los precios, produciendo la consiguiente caída de los beneficios, generalizándose las protestas y creándose la Liga Agraria, asociación de propietarios cerealistas que actuó como grupo de presión para conseguir un elevado arancel aduanero a la importación. Disminución de beneficios, descenso de los salarios de los jornaleros, agitaciones campesinas durante todo el primer tercio del siglo XX.
b) Crisis de la viticultura. El descenso de la producción de vid en Francia a causa de la plaga de la filoxera (insecto llegado de América y que atacaba las viñas, 1868) aumentó de forma extraordinaria la demanda de vino español para mezclarlo con el francés, con lo que las exportación crecieron de forma espectacular, pasando el primer producto de la exportación (y generando enormes beneficios). Pero en 1879 la filoxera cruzó los Pirineos y la plaga se extendió por el litoral y el interior. La viña autóctona desapareció con la filoxera y para hacer frente a la crisis se replantaron viñedos con una cepa americana traída de California que era inmune a dicha plaga.
2.- Evolución agrícola. La crisis se superó estableciéndose nuevas barreras arancelarias y al crecimiento de la producción  debido a nuevas roturaciones y la diversificación y especialización de los cultivos (olivo, vid, cítricos) que se destinó a la exportación. El uso de fertilizantes, disminución de barbecho, incremento de la mecanización, irrigación de nuevas tierras de cultivo. Se introdujeron nuevos cultivos (plantas forrajeras destinadas a mejorar la producción ganadera)- La producción creció un 60% entre 1900 y 1931,, y la ganadería duplicó su producción. Pero los rendimientos por hectárea seguían siendo los más bajos de Europa.
3.- Problemas del campo español. Existía una enorme desigualdad en la estructura de la propiedad de la tierra, amplias zonas de latifundio y regiones de marcado minifundio, bajos rendimientos que dificultaban la implantación de nuevas técnicas y métodos de cultivo.
a) Propietarios de grandes latifundios de Extremadura y Andalucía tenían aversión al riesgo y escaso interés por el cultivo eficiente de sus tierras por lo que la mayoría de la población en estos lugares apenas tenía para sobrevivir, lo que provocó una gran conflictividad social, protestas de los campesinos porque con las malas cosechas disminuía el trabajo de recolección y los precios se elevaban. Se hacía inevitable una reforma agraria que permitiese a los campesinos el acceso a la propiedad de la tierra.
b) Los minifundios en Galicia hacían que la producción fuese tan sólo para subsistir, sin generar beneficios, por lo que la salida que quedaba era la emigración.
Para intentar solucionar el problema del atraso del campo español (que imposibilitaban un crecimiento económico y que agudizaban la lucha de clases y los conflictos sociales) los diferentes gobiernos adoptaron algunas medidas como aumentar el regadío: el Plan de Obras Públicas (1902) estimulaba la implantación de regadíos en zonas de secano. Bajo la Dictadura de Primo de Rivera se crearon las Confederaciones Hidrográficas, y bajo la II República el Plan de Obras Hidráulicas. Se permitió la colonización de miles de hectáreas concedidas a pequeños propietarios (colonos), pero todas estas medidas resultaron insuficientes, y la presión de los terratenientes impidió cualquier intento de reforma agraria, que no se intentaría hasta la II República (1932).
III.- LA INDUSTRIA. Durante el primer tercio del XX se produjo una gran transformación en la estructura económica española: aumentó el peso de la industria y disminuyó el de la agricultura.
1.- Cambio energético y avances tecnológicos
Se utilizaron nuevas fuentes de energía que acabaron con el tradicional problema de la escasez de carbón autóctono de calidad: la electricidad y el petróleo.
a) El uso comercial de la electricidad y su transporte gracias a la invención del transformador que posibilitó mecanizar la producción industrial, disminuyendo los costes de producción. La electrificación se produjo en dos etapas: 1ª iluminación pública de las grandes ciudades y transporte urbano (1880-1914);  2ª generalización su uso industrial (1914-193l).
b) El avance y refino del petróleo facilitó la mecánica de motores y la revolución en los transportes con la invención de los automóviles.
2.- Crecimiento industrial y su difusión
El  producto industrial per cápita aumentó un 60% el primer tercio del XX. La estructura industrial experimentó una transformación con la aparición de nuevas industrias pero se mantuvo la preponderancia de las industrias de bienes de consumo frente a las de bienes de equipo.
a) Sectores tradicionales y nuevas industrias. Entre las industrias tradicionales, el sector textil catalán continuó su expansión, pero comenzó a perder peso en el conjunto nacional. Las industrias alimentarias retrocedieron aunque se expandió la conservera de pescado en Galicia y Cantabria, y la de derivados agrarios en Navarra. La química se consolidó con la fabricación de explosivos, fertilizantes, pinturas y medicamentos, y la fabricación de acero se consolidó con la creación de Altos Hornos de Vizcaya (1902) y Altos Hornos del Mediterráneo en Sagunto (1923).
b) Nuevas industrias. Destacan las derivadas de la electricidad entre 1923-1931, como la Sevillana (1884) y la Canadiense  (Barcelona); en la industria metalúrgica destacó la fabricación de automóviles de lujo (Hispano Suiza, 1904) y con el crecimiento del parque automovilístico se creó CAMPSA (1927), empresa de refinado y distribución de petróleo.
En la década de 1930 se difundieron los primeros electrodomésticos (aspiradoras y neveras eléctricas), así como la radio y el teléfono. La construcción conoció un gran empuje con el desarrollo de la industria del cemento y la fabricación del cemento portland (con el que se hace el hormigón).
c) Difusión territorial.  Además de dos núcleos básicos, Cataluña y País Vasco, Madrid se convirtió en la tercera región industrial por su capitalidad y su crecimiento demográfico (fuerte demanda), lo que condujo a muchas empresas a instalarse allí. En Galicia destacó la conservera; en la cornisa cantábrica las industrias siderúrgicas; el mueble y el juguete en Valencia y Alicante.
Pero no disminuyeron los desequilibrios de la distribución de la renta, pues en Madrid, Cataluña y País Vasco el PIB se situaba muy por encima del resto del país.
d) Intervencionismo del Estado y fomento de las infraestructuras. Durante el primer tercio del XX se dio una restricción de la competencia entre empresas al establecerse acuerdos entre ellas para fijar precios y repartirse el mercado mediante cuotas, y de las empresas del exterior al intervenir el Estado fijando fuertes aranceles a la importación para proteger a la industria nacional, además de concesiones de ayudas (exenciones fiscales, subsidios y pedidos directos de la Administración). La protección fue mayor en el sector aeronáutico, naval y del carbón.
 Los efectos negativos fueron el mantener una industria con una productividad baja y poco competitiva y el no estimular la demanda por los altos precios; los positivos: fomentar el avance tecnológico y la articulación del mercado interior, mejorando las infraestructuras. La mejora de caminos y carreteras absorbió la mayor parte del presupuesto de Estado, aumentando considerablemente los kilómetros de carreteras asfaltadas, y los ferrocarriles iniciaron su electrificación. La red telegráfica y la telefonía (Cía. Telefónica de España, 1924) se implantaron mejorando el intercambio rápido de las comunicaciones.
Pero las inversiones del Estado para estimular la economía aumentaron el gasto público, aumentando el crónico déficit de la Hacienda Pública, pero estas inversiones destinadas a mejorar las infraestructuras contribuyeron a aumentar la productividad del sector privado.
IV.- EVOLUCIÓN ECONÓMICA. El crecimiento de la economía española en el 1er tercio del XX comportó un aumento de las relaciones con el exterior y una mayor vinculación con la economía internacional.
1.- Recuperación  económica
El desastre de 1898 (pérdida de las colonias) marcó el inicio del siglo XX y se presagiaba un desastre económico que no se produjo sino que, por el contrario, la inflación baja, la reducción de la Deuda y la repatriación de capitales, se estimuló la creación de bancos y empresas. La crisis a medio y largo plazo fue favorable a la economía española pues obligó a una renovación tecnológica y la consiguiente mayor productividad.
2.- Impacto de la Primera Guerra Mundial
La neutralidad de España propició una expansión económica sin precedentes pues al reducir la capacidad productiva de los países beligerantes, España se convirtió en suministradora de productos industriales y agrarios con una gran demanda exterior que aumentó considerablemente los precios y que estimuló el incremento de la producción y la obtención de enormes beneficios. Por primera vez la Balanza de Pagos tuvo un resultado positivo, pero también supuso un gran aumento de precios en el interior, es decir, una gran inflación, que no se acompañó con una subida de salarios, por lo que empeoró las condiciones de vida de las clases populares, lo que se tradujo en huelgas por aumento de salarios.
Con el fin de la Guerra cesó la demanda de productos y con ello disminuyeron drásticamente las exportaciones, desencadenando una fuerte crisis económica (1920-1923): muchas empresas cerraron y el desempleo aumentó la conflictividad social, huelgas, manifestaciones y enfrentamiento social.
3.- El impacto del crac del 29
El crac de la Bolsa de Nueva York en 1929 como consecuencia de la caída del valor de las acciones daría lugar  a una depresión económica a escala mundial que también tuvo repercusiones en España, aunque su incidencia fue menor que en otros países occidentales mucho más industrializados, por el reducido peso de nuestro comercio exterior debido a la política proteccionista pero, no obstante, la Gran Depresión se dejó notar en los productos agrícolas que se  dedicaban a la exportación, (vino, cítricos y aceite de oliva) y en los minerales. Además tampoco repercutió mucho debido a que el gobierno depreció la peseta y con ello redujo el precio de las exportaciones, mejorando la competitividad.
V.- CAMBIOS SOCIALES. Las transformaciones económicas condujeron a la modernización y a la implantación de una sociedad de masas, en la que la burguesía y el proletariado serían las clases protagonistas: se reducía el peso social del campesinado aumentando el de las clases medias urbanas.
1.- El mundo rural. La lentitud de la industrialización española supuso que el mundo rural mantuviese una importante presencia durante el primer tercio de la centuria.
a) Grandes propietarios rurales. La sociedad seguía considerando a la propiedad de la tierra como una fuente de riqueza y un signo de prestigio social. Los grandes propietarios eran: la antigua nobleza que no desapareció con la revolución burguesa ni con el proceso industrializador sino que, en muchos casos, su patrimonio aumentó con la compra de nuevas tierras; la burguesía financiera, dueña de grandes empresas que adquirió tierras para diversificar sus inversiones, pero residiendo en las ciudades; la burguesía agraria, que residía en el medio rural y provenía de antiguos propietarios que aumentaron sus patrimonios con las desamortizaciones (Cataluña y Levante).
La oligarquía agraria controlaba grandes extensiones de tierra en La Mancha, Extremadura y Andalucía; en Cataluña, Aragón, Levante y Castilla y León, predominaba la mediana y pequeña propiedad. De los propietarios agrícolas salieron las élites políticas de la Restauración, los caciques.
b) Los campesinos. Aunque sufrió una considerable disminución, todavía representaba un porcentaje superior al europeo. Su situación, aunque en todos los casos era bastante precaria, era muy diversa según su relación con la tenencia de la tierra: unos eran pequeños propietarios; otros eran arrendatarios; y otros eran jornaleros (temporeros).
En Galicia prevalecían los arriendos y subarriendos (foros y subforos) con escasa rentabilidad;  en Cataluña, con la crisis de la filoxera, estalló un conflicto agrario entre los propietarios y los rabassaires o cultivadores de viñas, que querían acceder a la propiedad de la tierra; en Extremadura tenían gran peso los yunteros dueños de las yuntas de labor; en Andalucía el latifundismo llevaba consigo la presencia masiva de jornaleros que vivían de forma mísera.
2.- La sociedad urbana. El aumento de las clases urbanas (burguesía, clases medias, proletariado) significó la irrupción en España de la sociedad de masas con sus nuevos hábitos y valores. La estratificación social se observaba en la segregación por barrios.
a) Burguesía industrial y financiera. Era relativamente escasa y la integraban banqueros, industriales textiles catalanes y siderúrgicos vascos. Muchos eran nuevos burgueses enriquecidos con las enormes plusvalías generadas durante la Gran Guerra. Este grupo social se fusionó con la vieja aristocracia de sangre.
b) Clases medias. Formadas por trabajadores del comercio y la banca, funcionarios del Estado, profesiones liberales (médicos, abogados, profesores). Grupo heterogéneo y con grandes diferencias económicas.
c) Proletariado. Los obreros industriales habían aumentado considerablemente con la industrialización el éxodo rural y se concentraban en Cataluña, País Vasco y Madrid. Sus condiciones de vida eran mejores que la de los jornaleros pero sus sueldos eran bajos, sus jornadas laborales largas y sus viviendas insalubres en barrios carentes de infraestructuras.
Aparecieron nuevas formas de vida y de cultura urbana; nuevos medios de transporte (tranvía, metro) y medios de comunicación (prensa, radio); aumentó el nivel de alfabetización; la prensa de masas creaba estados de opinión; aparecieron nuevas formas de asociacionismo (entre las clases acomodadas los casinos, los Círculos; entre  el proletariado las “casas del pueblo”) y de ocio (excursionismo, deporte, cine -1ª peli proyectada España, Madrid 1896; y la primera rodada en España” Salida de la misa de doce de la Iglesia del Pilar de Zaragoza, 1896).

XVI.- PANORAMA GENERAL DEL REINADO DE ALFONSO XIII. INTENTOS DE MODERNIZACIÓN. EL REGENERACIONISMO Y LA CRISIS SOCIO-ECONÓMICA (1902-1923)
El desastre de 1898 produjo una conmoción en el país y el régimen de la Restauración entró en crisis. Con la subida al trono de Alfonso XIII (1902) coincide una nueva generación de políticos y nuevos movimientos sociales (republicanismo, obrerismo -anarquistas y socialistas- y nacionalismo). El régimen fue incapaz de ensanchar su base social hacia esas fuerzas, que estuvieron al margen del sistema dando lugar a conflictos sociales y políticos.
Entre 1898 y 1912, los partidos dinásticos intentaron una modernización del sistema (Maura y Canalejas), pero fracasaron al producirse una fragmentación de dichos partidos: el problema colonial en Marruecos y el impacto de la Gran Guerra agudizaron los conflictos, estallando la crisis revolucionaria de 1917. El golpe de estado de Primo de Rivera y su dictadura (1923-1930) y el compromiso de la corona con el nuevo régimen desembocó en su caída en abril de 1931.
I.- EL REGENERACIONISMO. El impacto que tuvo en la opinión pública el desastre colonial provocó un movimiento intelectual y social crítico con el sistema, el regeneracionismo. Tuvo una triple vertiente: el regeneracionismo socioeconómico que agrupaba a los pequeños y medianos empresarios siendo su ideólogo Joaquín Costa (“Oligarquía y caciquismo”) que censuraba el sistema político y el falseamiento electoral, y defendía una serie de medidas que se resumían en su lema “despensa y escuela”; el regeneracionismo intelectual y literario, representado por la generación del 98 con su pesimismo existencial (Unamuno, Machado..); el regeneracionismo político representado por los dos partidos dinásticos y sus de reformismo desde dentro del sistema: los conservadores Silvela y Maura, y el liberal Canalejas.
 1.- El regeneracionismo conservador. Antonio Maura personificó la renovación del Partido Conservador y presidió el gobierno en dos ocasiones: Gobierno Corto (1903-1904) y Gobierno Largo (1907-1909). Su programa político regeneracionista sería conocido como el maurismo con las siguientes características: conservadurismo católico de masas (defendía la influencia social de la Iglesia frente a la izquierda que quería un Estado laico); acabar con el caciquismo pero creando un estado corporativista (ataque al parlamentarismo y a la democracia por lo que en este aspecto es similar al fascismo); incorporación al sistema del catalanismo conservador de la Lliga Regionalista (y la creación de la Mancomunidad de Cataluña que no llegó a aprobarse); realizar reformas o hacer la revolución “desde arriba” para evitar una revolución obrera (Ley de Colonización Interior; Ley de Descanso Dominical; creación del Instituto Nacional de Previsión dedicado a los seguros obreros); política nacionalista y expansionista en Marruecos (para olvidar la derrota de 1898 y hacer concesiones a los militares que se habían convertido en un poderoso grupo de presión, y que conduciría al estallido de la Semana Trágica).
La Semana Trágica de Barcelona (julio, 1909). Tuvo la influencia de tres factores:
- El catalanismo político de la Lliga y los sucesos del periódico Cu-Cut (nov. 1905) que había publicado una sátira y unos oficiales ofendidos asaltaron sus locales y también los de La Veu de Catalunya que era el periódico de la Lliga. El gobierno no pudo castigarlos por la oposición del rey, por lo que dimitió. El gobierno Moret que emergió de la crisis aprobó la Ley de Jurisdicciones (1906) por la cual los delitos contra la patria y el ejército serían juzgados por tribunales militares. Las fuerzas políticas catalanas reaccionaron creando Solidaridat Catalana (coalición de todos los partidos antidinásticos, desde los republicanos hasta los carlistas) con brillante éxito en las elecciones de 1907.
- El republicanismo. No todos los republicanos se integraron en Solidaridat pues un grupo se reunió en torno a Alejandro Lerroux, político antimonárquico, demagogo y enemigo del nacionalismo catalán que se había hecho muy popular entre los obreros por sus mítines republicanos y anticlericales, y que en 1908 había creado el Partido Republicano Radical.
- El Movimiento Obrero. El sindicalismo catalán estaba muy influido por el anarquismo y en 1907 los sindicatos habían creado una federación obrera favorable a la lucha revolucionaria, Solidaridad Obrera, que contaba con prensa propia “Tierra y Libertad” y que impulsaría la creación de la CNT (Confederación Nacional del Trabajo) como sindicato anarquista en 1910.
Los sucesos estallaron cuando el gobierno de Maura obligó a reclutar tropas para la guerra de Marruecos, llamando a filas a los reservistas, muchos casados y con hijos, lo que significaba la falta de sustento familiar. En Barcelona aumentaron las protestas, se declaró la Huelga general que degeneró en un motín que duró una semana, con barricadas, conventos e iglesias incendiadas, y enfrentamientos con las tropas que, finalmente, se hizo con la situación. La represión fue brutal: tribunales militares, Consejos de guerra, 2000 condenados, cinco ejecutados entre ellos el pedagogo anarquista Ferrer i Guardia, fundador de la Escuela Moderna. La represión levantó oleada de protestas a nivel internacional (“Maura, No”) que obligó a Maura a dimitir.
2.- El regeneracionismo liberal. En 1910, José Canalejas formó un nuevo gobierno liberal que con su programa se atrajo a sectores populares (republicanos, socialistas..) basado en reformas sociales y anticlericalismo. Para limitar el poder de la Iglesia abordó el tema de su financiación, la separación Iglesia-Estado, y la negativa de la Santa Sede a cualquier reforma llevó a la promulgación de la Ley del Candado (1910) por la que se prohibía la entrada en España de nuevas órdenes religiosas y la tolerancia de las manifestaciones públicas de otras confesiones. En cuanto a las reformas sociales se sustituyó el impuesto de consumos por un impuesto progresivo sobre las rentas (protestas de los más acomodados); se reformó la Ley de Reclutamiento pasando a ser obligatoria la mili y suprimiéndose la redención en metálico; se prohibió el trabajo nocturno a las mujeres. Canalejas elaboró un proyecto de ley de Mancomunidades que posibilitaba la unión de las Diputaciones Provinciales formando una Comunidad que gestionaría determinados servicios, pero no llegó a aprobarse pues Canalejas murió en un atentado anarquista en 1912  (mientras miraba los libros del escaparate de la librería San Martín, en la Puerta del Sol esquina calle Carretas, el anarquista Manuel Pardiñas le disparó tres tiros por la espalda y luego se suicidó). La Ley sería aprobada en el gobierno siguiente del conservador Dato, formándose la Mancomunidad de Cataluña (1914).
II.- EL IMPACTO DE LA GRAN GUERRA. En 1914 tuvo lugar el estallido de la Primera Guerra Mundial entre los imperios centrales (Alemania, Austria) y los países aliados (Gran Bretaña, Francia y Rusia) y el conflicto se propagó a casi todos los países del mundo. El presidente de gobierno, el conservador Eduardo Dato declaró la neutralidad de España lo que supondría una gran oportunidad para la economía del país pues las exportaciones de productos agrarios e industriales iban a crecer ante la demanda de los países beligerantes, y además a altos precios.
Gran parte de la producción española se dedicó a la exportación por lo que los precios interiores experimentaron alzas considerables sin que subiesen los salarios. La carestía de vida se convirtió en un problema  para las clases populares; se encarecieron notablemente productos básicos como el pan, arroz, bacalao, y el conflicto social creció de manera imparable. Las organizaciones obreras encabezaron una protesta cada vez mayor que desembocó en la huelga general revolucionaria del verano de 1917.
III.- LA CRISIS DE 1917. En 1917 se produjeron conflictos sociales y políticos en una Europa en guerra. En Rusia la revolución de febrero había acabado con el régimen zarista, y la revolución de octubre establecería un régimen soviético (comunista). En este contexto, en España tiene lugar una gran conflictividad social, un desmoronamiento del sistema político de la Restauración y un descontento militar que conducirá a la grave crisis de 1917. Presenta un triple aspecto: militar, político y obrero.
1.- Protesta militar: las Juntas de Defensa. El ejército español tenía excesivo número de oficiales en relación a la tropa. Además el sistema de ascenso favorecía los méritos de guerra lo que favorecía a los africanistas en detrimento de los peninsulares. Además la inflación les hizo disminuir el valor real de sus bajos salarios. El descontento de la baja y media graduación desembocó en la formación de Juntas de Defensa, asociaciones militares que nacieron en Barcelona y se extendieron rápidamente por toda España pidiendo aumento salarial y ascensos por antigüedad, culpando al gobierno de los males del país en su Manifiesto de 1917. El gobierno cedió a sus demandas lo que ponía en evidencia el poder del estamento militar.
2.- Crisis política: la Asamblea de parlamentarios. El gobierno de Dato gobernaba por decreto y con las Cortes disueltas lo que provocó aireadas protestas de nacionalistas y republicanos, a lo respondió el gobierno con la declaración del Estado de excepción y aumentando la censura. Aprovechando la crisis creada por la protesta militar, la Lliga Regionalista convocó en Barcelona una Asamblea de Parlamentarios (julio, 1917) que exigió la formación de un gobierno provisional que convocase elecciones a Cortes constituyentes. Se prohibió la convocatoria y fue disuelta por la Guardia Civil. Además, el movimiento huelguístico que se desató atemorizó a las fuerzas burguesas ante el temor a una revolución.
3.- Huelga general revolucionaria (agosto, 1917).  En marzo de 1917, la CNT y la UGT firmaron un manifiesto instando al gobierno a intervenir para bajar los precios o amenazaban con una huelga general. La tensión estalló con un conflicto en el sector ferroviario valenciano: la UGT y el PSOE pidieron el fin de la monarquía, formación de un gobierno provisional que convocase Cortes constituyentes y la instauración de la República. La huelga tuvo escasa incidencia en el sector agrario pero llegó a paralizar Madrid, Barcelona, País Vasco y Asturias. El gobierno respondió con medidas represivas, declaró la Ley Marcial y envió al ejército a aplastar el movimiento. El balance fue de 70 muertos, 200 heridos, 2000 detenidos. El sistema político de la Restauración entró en su crisis definitiva.
IV.- DESCOMPOSICIÓN DEL SISTEMA (1917-1923). Entre 1917 y 1923 la conflictividad política y social hizo imposible la supervivencia del régimen de la Restauración.
1.- Descomposición política. Los escasos deseos de renovación política de los partidos dinásticos y la cada vez mayor fuerza de los grupos exteriores al sistema hicieron entrar en una profunda crisis al régimen. Los partidos dinásticos sin líderes fuertes se fragmentaron en grupúsculos, cada uno con su propio líder, lo que hacía inviable mayorías parlamentarias para formar gobiernos estables, recurriéndose a gobiernos de concentración (el más relevante el Gobierno Nacional de Maura de 1918). Al fracasar se volvió al turno dinástico con gobiernos que no llegaban al año de vida, recurriéndose a medidas de excepción, suspensión de garantías constitucionales y disolución del Parlamento.
2.- Conflictividad obrera y pistolerismo. Los años que siguieron a la Gran Guerra fueron de enorme conflictividad en toda Europa pues el establecimiento del estado soviético infundió esperanzas en el Movimiento Obrero. Además, al finalizar la guerra, en España descendió la producción, aumentó el paro y subieron los precios, provocando el crecimiento del sindicalismo. En Barcelona se inició en 1919 una huelga en La Canadiense (suministradora de electricidad) que paralizó a la industria local y finalizó tras mes y medio de huelga con el acuerdo de la patronal de readmitir a los despedidos, aumentar los salarios y establecer una jornada laboral de 8 horas. El incumplimiento de los acuerdos hizo que se reanudase la huelga, a lo que contestó la patronal con un lock-outs (cierre de empresa) y la represión del gobierno. Los empresarios contrataron a pistoleros a sueldo para asesinar a dirigentes sindicales, fundando el Sindicato Libre (acción violenta) a lo que respondieron los anarquistas de la CNT atentando contra autoridades, patronos y fuerzas del orden (“propaganda por el hecho”). El gobernador civil de Barcelona, el general Martínez Anido ejerció una dura represión, aplicando “La Ley de fugas” (la policía podía disparar si intentabas huir).
La época del pistolerismo (1916-1923) en la que tuvieron lugar más de 800 atentados y más de 200 asesinatos -128 obreros y 25 patronos- (El presidente de gobierno Eduardo Dato que recibió 20 disparos de cenetistas en la Puerta de Alcalá -1921-; y el dirigente cenetista Salvador Seguí “El Noi del Sucre” por pistoleros a sueldo -1923-).
En Andalucía tuvo lugar el Trienio bolchevique (1918-1921) consecuencia del hambre de tierras, deterioro de los salarios y pésimas condiciones de vida de los jornaleros. Los campesinos ocuparon las tierras, quemaron las cosechas con huelgas revolucionarias y manifestaciones que serían aplastadas por el ejército al declararse el Estado de guerra.
3.- La guerra de Marruecos: el desastre de Annual. En la Conferencia de Algeciras (1906) y por posterior Tratado hispanofrancés (1912), Francia y España se repartieron Marruecos, creando un protectorado en el que a España le correspondía el territorio del Riff, zona montañosa del norte, con la obligación de pacificarlo y organizarlo: aunque se esperaba sacar provecho económico de posibles inversiones mineras, en realidad se trataba de restaurar el prestigio del ejército, hundido tras el desastre de Cuba. Los rifeños organizados en cabilas, atacaron a las tropas española que sufrieron una importante derrota en el Barranco del Lobo. El gobierno decidió aumentar el número de soldados, llamando a filas a reservistas, lo que provocó el estallido de la Semana Trágica de Barcelona (1909).
A comienzos de 1920, la zona oriental del protectorado de Marruecos, en torno a Melilla, estaba hostigada por cabilas rifeñas al mando de  Abd el-Krim. Para dirigir a las tropas se eligió a un amigo del rey, el general Silvestre que emprendió una campaña hacia el interior que acabó con el desastre de Annual (1921), muriendo 13.000 soldados (entre ellos Silvestre) y perdiéndose el territorio ocupado.
El ministro de la Guerra nombró al general Picasso para que investigara en Melilla los sucesos y en 1922 entregó al Congreso el Informe Picasso que ponía de manifiesto las implicaciones del Alto Mando y de la corona en el desastre. En 1923, y ante la amenaza de que se iban a pedir responsabilidades, sectores del ejército y de la derecha propiciaron el golpe de estado de Miguel Primo de Rivera (13 set. 1923).
XVII.- LA DICTADURA DE PRIMO DE RIVERA (1923-1930)
El golpe militar fue pacífico fue escasa la oposición social y política, empezando por la del gobierno del liberal García Prieto. La opinión pública acogió con agrado o indiferencia el golpe que parecía un eco del clamor general contra la vieja política caciquil. La noche del 12 de setiembre de 1923, el capitán general de Cataluña Miguel Primo de Rivera declaró el estado de guerra y repartió su “Manifiesto inaugural: Al país y al ejército españoles” con un tono regeneracionista decía que iba a acabar con el terrorismo, el separatismo, el desorden y el uso político de la guerra de Marruecos. El rey accedió al golpe y nombró a Primo presidente de gobierno.
La Dictadura tendrá dos etapas: Directorio militar (1923-1925) y Directorio civil (1925-1930)
1.- El Directorio militar (1923-1925). Con el golpe se proclamó el estado de guerra y se ejerció una gran represión, pero el dictador afirmaba que la situación tenía carácter temporal. Primo ejercería como “ministro único” y el resto del gobierno como “vocales” estaría formado por militares. No se derogó la Constitución de 1876, pero se suspendieron las garantías constitucionales y se disolvieron las Cortes. Los gobernadores civiles fueron sustituidos por militares, se nombraron delegados militares en los ayuntamientos y los concejales electos fueron sustituidos por “vocales asociados” por sorteo entre los contribuyentes. En resumen, se militarizó toda la Administración.
2.- El Directorio Civil (1925-1930). El dictador demostraba sus deseos de permanecer en el poder formando un gobierno de civiles pero de ideología de extrema derecha muy alejado de los anteriores políticos, destacando el militar Martínez Anido (Vicepresidente), Calvo Sotelo (Hacienda) y Aunós (Trabajo). Primo convocó una Asamblea Nacional Consultiva (1927) para aprobar un texto legal que legitimase al régimen. Rompía con el parlamentarismo pues en la Asamblea legislativa (que tan solo era consultiva, ya que el dictador gobernaba mediante el uso del decreto-ley) no estarían representados los partidos políticos, sus miembros no serian elegidos por sufragio, sino mediante designación entre los ciudadanos pertenecientes a instituciones públicas (municipios, universidades, patronales, representantes obreros). Se creó un partido único “Unión Patriótica”  (“Dios, Patria y Religión”). No tenía un programa ideológico definido y su objetivo sería proporcionar apoyo a la dictadura y seguir sus directrices (clara influencia del fascismo italiano). Su base social serían los caciques rurales, funcionarios y los católicos conservadores.
3.- Principales medidas adoptadas durante el periodo
a) Formación del somatén. Milicia cívica de propietarios de origen catalán que se extendió a toda España (Somatén Nacional, 1923) promovida por la derecha y la patronal para luchar contra el sindicalismo. Estaba supeditada al ejército y su misión era garantizar el orden público.
b) Finalización de la guerra de Marruecos. Concedió una amnistía a los responsables del desastre de Annual, finalizando el proceso por las responsabilidades civiles. Aunque al principio defendía  posturas abandonistas respecto a Marruecos, (lo que le enfrentaba con los militares africanistas como Franco y Queipo de Llano), pasó a emprender una gran ofensiva con la cooperación de Francia. Asumió personalmente el Alto Comisionado de Marruecos en 1924 y organizó el desembarco de Alhucemas (1925): tras varias derrotas, Abd el-Krim se rindió y se entregó a los franceses. En 1927 el ejército español dio por concluida la ocupación efectiva de Marruecos (la guerra había costado a España 25.000 muertos y más de 5.000 millones de pesetas) y fue el mayor éxito de Primo de Rivera.
c) Política social. El ministro de Trabajo Eduardo Aunós se propuso acabar con la conflictividad social para lo cual logró el apoyo del PSOE y UGT para crear una Organización Corporativa Nacional (1926), nuevo marco de relaciones laborales por el que se creaban comités paritarios como órganos arbitrales en las empresas para resolver los conflictos laborales (5 vocales representación obreros; 5 de la patronal; y 2 del Ministerio de Trabajo). El PCE y la CNT no lo apoyaron y fueron perseguidos e ilegalizados.


d) Política económica. La dictadura se benefició de la buena coyuntura económica mundial, iniciada tras la Gran Guerra (“los felices años veinte”) y en este contexto, el régimen puso en marcha un programa de fomento de la economía española en la industria y en las infraestructuras (aunque apenas se ocupó del problema agrario). Se alejó del liberalismo clásico (no intervención estatal en la economía), se nacionalizaron importantes sectores de la economía y aumentó el intervencionismo estatal. El Estado tuvo gran protagonismo en el fomento de las Obras Públicas (ferrocarriles, carreteras, planes hidroeléctricos, etc). Se aprobó el Decreto de la Industria Nacional que concedía ayudas estatales a las empresas que no podían competir con el exterior; se crearon monopolios como el telefonía (Telefónica: Compañía Telefónica Nacional de España), ferrocarriles (RENFE) y de petróleo (CAMPSA), Tabacalera, todo financiado con presupuestos extraordinarios que acumularon una gran deuda.
e) Política Educativa. Se fomentó la construcción de escuelas públicas y la creación de plazas para maestros, lo cual va a poner en contra a la iglesia que hasta ese momento era la acaparadora del campo de la enseñanza pero se intentó amordazar a los intelectuales y universitarios con una fuerte censura.
4.- La caída de Primo de Rivera
La oposición a la dictadura la integraban algunos líderes de los partidos dinásticos, republicanos, nacionalistas, anarquistas, comunistas algunos sectores del ejército y casi la totalidad de los intelectuales. Se produjo contra el dictador la conspiración militar del 24 de junio de 1926 (la sanjuanada) que fracasó. Primo intentó amordazar a los intelectuales y universitarios con una fuerte censura, llegando a cerrar las universidades por las protestas estudiantiles, a los que respondieron los universitarios creando la FUE (Federación Universitaria Española) y en 1924 los intelectuales redactaron un manifiesto en contra de Primo: el dictador respondió desterrando a varios de ellos (Unamuno desterrado a Fuerteventura); los republicanos se agruparon en la Alianza Republicana y los nacionalistas catalanes se le opusieron porque había liquidado la Mancomunidad (1925) y prohibido el uso del catalán y de la sardana. El Estat Català de Frances Macià intentó una sublevación armada que fracasó (1926). En 1927 el ala radical de la CNT crearía la FAI (Federación Anarquista Ibérica) partidaria de posturas violentas.
Cuando el rey vio la creciente impopularidad de Primo se intentó distanciar de él para salvar la monarquía, haciendo dimitir al dictador el 30 enero 1930 (a pesar de que Primo de Rivera decía: “a mí no me borbonea nadie”). Alfonso XIII nombró presidente de gobierno al general Berenguer (La Dictablanda) para que convocase elecciones y se retornase al sistema constitucional de la Restauración. Pero la creciente fuerza de catalanistas, socialistas y republicanos, que habían firmado el Pacto de San Sebastián (agosto 1930), hizo que fracasase el plan de Berenguer. Dimitió y fue sustituido por el almirante Aznar, nombrando el rey que preparó las elecciones a tres niveles: primero se convocarían las municipales (que se creían menos peligrosas), luego las provinciales (para las Diputaciones provinciales) y por último las legislativas. Sin embargo, las elecciones municipales del 12 de abril de 1931 se presentaron como un plebiscito a favor o en contra de la monarquía, por lo que, al ganar las candidaturas republicano-socialistas en las grandes ciudades, se consideraba que el electorado estaba en contra de la monarquía. El 14 de abril por la mañana en la ciudad guipuzcoana de Eibar se proclamó la República, y a lo largo del día sucedió lo mismo en todo el país. Alfonso XIII renunció a sus poderes y abandonó el país por Cartagena. Se instauraba la IIº República Española.




HISTORIA DE ESPAÑA PAU: R.INDUSTRIAL, SEXENIO DEMOCRÁTICO Y SISTEMA CANOVISTA


TEMA X.- TRANSFORMACIONES ECONÓMICAS DEL SIGLO XIX: LAS DESAMORTIZACIONES**                          (aparte)
TEMA XI.- REVOLUCIÓN INDUSTRIAL. MODERNIZACIÓN DE LAS INFRAESTRUCTURAS: IMPACTO DEL FERROCARRIL
I.- LA DEMOGRAFÍA. La población española pasó de 10 millones de habitantes en 1800 a casi 20 millones en 1900, es decir, experimentó un crecimiento espectacular duplicando sus efectivos. Fue mayor la tasa de crecimiento en la primera mitad de siglo, reduciéndose en la segunda. Las causas del crecimiento fueron: desaparición de epidemias muy mortíferas (peste negra y fiebre amarilla); mejora de la dieta con la expansión de nuevos cultivos como la patata y el maíz. Pero dicho crecimiento fue uno de los más bajos de Europa al persistir un modelo demográfico propio del A.R. con altas tasas de natalidad pero también altas tasas de mortalidad, sobretodo la mortalidad infantil, siendo la esperanza de vida de tan sólo 34 años (en Europa occidental superaba los 45). Las malas condiciones sanitarias y el impacto de epidemias (cólera morbo, tuberculosis y fiebre amarilla), afectó especialmente a las capas más humildes de la población pues la escasez de alimentos y consiguiente desnutrición provocaba el hambre así como la falta de higiene.
Continuó el proceso iniciado el siglo anterior: aumentó el peso demográfico de la periferia en detrimento de la España interior (excepto Madrid) así como el éxodo rural por el creciente proceso de urbanización aunque limitado por las modestas transformaciones de la industria y el atraso agrario. Dicho proceso se agudizó a partir de 1860 lo que provocó que se demolieran las murallas de las ciudades y obligó a planes de reforma urbana (los ensanches), muy significativos en Madrid y Barcelona, con apertura de avenidas, construcción de estaciones de ferrocarril, alumbrado público de gas, construcción de alcantarillado (construcción en altura y viviendas diferenciadas socialmente en el espacio). A principios del XX la mayoría de la población seguía siendo rural y un 70% vivía en ciudades de menos de 20.000 habitantes.
En las décadas finales del XIX se produjeron oleadas migratorias a ultramar por las escasas oportunidades de empleo. Los principales focos migratorios fueron Galicia, Asturias y Canarias, (con mucho el más importante los gallegos, apelativo que por generalización se les dio a todos los españolas),  y los destinos más importantes fueron Argentina, México, Cuba y Brasil (origen del término “hacer las Américas” y de los “indianos”, emigrantes que vuelven ricos de América).
II.- INICIOS DE LA INDUSTRIALIZACIÓN (TEXTIL, SIDERURGIA Y MINERÍA)
Durante gran parte del siglo XIX, la industria española siguió siendo la tradicional manufacturera del domestic system, con talleres y producción a domicilio que proporcionaba artículos de consumo para los mercados locales. Las pequeñas fábricas de factory system permitieron llevar a cabo a finales de la centuria una incipiente industrialización en las ramas agropecuarias (conservera, harinera y vitivinícola), química (colorantes para tejidos, explosivos), fabricación de maquinaria (herramientas y para la industria textil) y fabricación de transportes (astilleros).
1.- La industria textil catalana. En el último tercio del XVIII se había iniciado en Cataluña la manufactura con fábricas de indianas que a finales de siglo habían aumentado considerablemente su producción y adoptado las primeras hiladoras mecánicas, pero con la Guerra de la Independencia se detuvo la expansión. A pesar de la pérdida colonial, pronto se recuperó la producción, lo cual indicaba que su principal mercado era el del interior de España, y con las medidas liberalizadoras de los progresistas (libre ejercicio de la actividad industrial) permitió una rápida mecanización del sector en Cataluña, que contaba con capitales y emprendedores empresarios: a mediados del XIX, si Gran Bretaña era la fábrica del mundo, Cataluña lo era de España.
En 1830 se habían instalado las primeras máquinas de vapor, primero en el sector del hilado (más tarde en del tejido), debido a la escasez de mano de obra lo que hizo aumentar los salarios en un momento de abundancia de capitales por su repatriación de las colonias recién independizadas, lo que incentivó la sustitución de los husos manuales por los mecánicos que requerían menos mano de obra (menos en las máquinas de telar por su mayor coste). Al aumentar la producción, los precios bajaron, lo que estimuló una mayor demanda (aumentada por la protección aduanera y por la sustitución de la lana por el algodón -fibra más higiénica y de fácil mecanización-).
Pero el sector tuvo que hacer frente a dos limitaciones: la escasez de carbón de la minería catalana y las dificultades para abastecerse de la hulla asturiana (no llegaría al puerto de Barcelona hasta 1892), lo que explica que la localización industrial se diese en riberas de los ríos (energía hidráulica) y la debilidad del mercado español, con un campesinado mayoritario y de poco poder adquisitivo (demanda débil). Por ello la industria textil catalana exigía de los gobiernos fuertes medidas proteccionistas frente a la competencia de tejidos extranjeros.
Con la Guerra de Secesión norteamericana (1861-1865) hubo gran escasez de algodón en el mercado internacional, produciéndose una recesión, pero pronto volvería acrecer a partir de 1875: la industria algodonera catalana desplazó a la tradicional textil no algodonera (lana, seda..) y sirvió para industrializar Cataluña pero no arrastró con ello al conjunto de la industria española.
2.- La industria siderúrgica. Fue el sector que durante la segunda mitad del XIX acompañó al textil en el desarrollo de la moderna industria, ligado a la minería del hierro y del carbón (para obtener hierro laminado, los altos hornos requerían este combustible). Las primeras siderurgias se localizaron en Málaga (1826) para aprovechar el hierro de Ojén (cerca de Marbella) y durante 30 años la producción siderúrgica andaluza fue hegemónica, pero fracasó por el uso de carbón vegetal y la falta del coque (sus elevados costes hacían insoportable la competencia).
Los yacimientos de hulla en Asturias convirtieron a esta región en el centro siderúrgico de España. Sus minas de carbón favorecieron la localización de las siderurgias y fue predominante durante el XIX al ser la única zona de España que disponía de carbón mineral. Pero a partir de 1875, con la llegada del coque galés a Bilbao (de mayor poder calorífico y menor coste que el asturiano), el País Vasco se consolidó como el centro siderúrgico español (minas de hierro y ferrerías desde la Edad Media). El hierro vasco se exporta a Gran Bretaña y se importa carbón inglés lo que explica la industrialización del País Vasco, constituyéndose las grandes empresas siderúrgicas vascas, entre ellas la de Altos Hornos de Vizcaya (que en 1885 instaló en España el primer convertidor Bessemer que fabricaba acero a partir de lingotes de hierro), y a finales de la década se puso en marcha en primer horno Martin-Siemens.
3.- La minería. Entre 1875 y 1914 tuvo lugar la explotación masiva de los yacimientos mineros del subsuelo español, que contaba con importantes yacimientos de hierro, cobre, plomo, mercurio, carbón etc. (ya conocidos desde la Edad Antigua).
El aumento de la demanda de carbón fue propiciado por la máquina de vapor y la siderurgia. Los yacimientos hulleros se dieron en Asturias, pero era escaso, caro y de baja calidad. Con la competencia del carbón galés, sólo se salvó gracias al proteccionismo arancelario. La minería del hierro se impulsó sobretodo con la difusión del convertidor Bessemer que requería un mineral sin fósforo, cualidad que tenía el hierro vasco y poco frecuente en el resto de Europa. El mineral vizcaíno contaba también con la ventaja de su proximidad al mar, lo que abarataba su transporte, y se exportaba a Gran Bretaña, Bélgica, Francia y Alemania (España el principal abastecedor de hierro de Europa).
La ley de minas de 1868 supuso el fin de la rígida reglamentación de las concesiones, liberalizando al sector lo que posibilitó la explotación masiva de los yacimientos españoles, debido al aumento de la demanda internacional, los avances en las técnicas de explotación -abaratando los costes- y el endeudamiento de la Hacienda pública que impulsó la concesión de explotación de yacimientos a Cías extranjeras a cambio de compensaciones monetarias para el Estado.
En el último tercio del XIX las explotaciones mineras crecieron: plomo en Linares y La Carolina; cobre en Ríotinto, mercurio en Almadén, siendo la mayoría de su producción exportada y no sirvió como locomotora para impulsar la industrialización de España (situación de colonialismo económico).             
III.- EL FERROCARRIL. La Ley General de Ferrocarriles de 1855 impulsó el tendido de la red ferroviaria en España pues hasta esa fecha sólo funcionaban 500 km (Barcelona-Mataró 1848; Madrid-Aranjuez 1851). Su construcción pasó por diferentes fases:
* Primera gran expansión (1855-1866), con gran movilización de capitales nacionales y extranjeros. Se tendieron 5.000 km de vía y se trazaron las líneas Madrid-Alicante (1858), Sevilla-Cádiz (1861), Barcelona-Zaragoza (1862) y Madrid-Irún (1864).
* La crisis financiera de 1866, que supuso la paralización de la construcción ante la escasa rentabilidad de las inversiones (la explotación de las líneas puso de manifiesto unos escasos beneficios, por lo que el valor de las acciones se desplomó).
* Nueva etapa constructiva a partir de 1873, completándose el trazado de la red, pero con la crisis anterior desaparecieron la mayoría de las Cías. Permaneciendo sólo la Cía. del Norte y la M.Z.A. (Madrid-Zaragoza-Alicante).
Se consolidó una estructura radial con centro en Madrid, (lo que dificultaba las comunicaciones entre las zonas más dinámicas e industrializadas), se fijó un mayor ancho entre carriles que el europeo, obstaculizando los intercambios con el resto de Europa (la razón fue poder instalar calderas de vapor más grandes que aumentara la potencia de las locomotoras para superar mayores pendientes); se autorizó a las Cías. a importar libres de aranceles aduaneros toda la maquinaria para la construcción de la red (lo que no incentivaba el crecimiento industrial de España).
Entre las causas del atraso industrial español en el siglo XIX: posición geográfica de España (periférica: costes de transporte más elevados); atraso agrario y escasa capacidad de compra; la gran cantidad de capitales absorbidos por la Hacienda debido a la Deuda Pública a elevado interés -se empleó en la compra de Deuda en vez de inversión productiva-; desfavorable dotación de energía y materias primas fundamentales para el desarrollo industrial -carbón asturiano de baja calidad y el hierro vasco no fue apto hasta la difusión del convertidor Bessemer; la desestabilización política -de la que siempre huye el capital-.
IV.- EL MERCADO INTERIOR Y EXTERIOR
1.- Comercio interior. El mercado existente en España era el propio del Antiguo Régimen, solo un mercado a nivel local o comarcal, con obstáculos a la circulación de mercancías. Había que legislar para liberalizar el mercado y crear un mercado nacional: se derogaron los gremios; se suprimieron los impuestos de paso, se eliminaron tasas y se intentó crear un sistema de transportes que trasladase las mercancías al consumidor con rapidez y bajo coste, por lo que el ferrocarril sería el instrumento idóneo para dotar a España de ese mercado nacional con un transporte masivo, barato y rápido, lo que aumentaría el comercio interior. Pero el principal problema para la articulación del mercado interior fue el escaso desarrollo industrial de muchas regiones españolas, con escasa capacidad adquisitiva por lo que esa falta de demanda dificultaba el crecimiento de la producción.
2.- Comercio exterior. Se distinguen dos etapas: 1ª (1815-1850) de crecimiento modesto pero sostenido y 2ª (1850-1900) de mayor aumento debido a la expansión del comercio internacional. En sus inicios las exportaciones más relevantes eran aceite y vino, y las importaciones los tejidos de algodón y lino. A finales de siglo las exportaciones más importantes seguían siendo los productos agrarios, pero los minerales se habían sumado, y las dos principales importaciones eran el algodón en rama y el carbón. La pérdida de las colonias americanas influyó notablemente y a partir de 1850 los socios comerciales fueron Francia y Gran Bretaña que demandaban productos españoles (la mitad de nuestras exportaciones).
A lo largo de la centuria el comercio exterior estuvo sujeto al debate político entre proteccionistas y librecambistas. Hasta 1870 dominó una política arancelaria de librecambio, y a partir de esa fecha dominó el proteccionismo: los sectores industriales textiles catalanes, cerealistas castellanos, sector carbonífero asturiano y la siderurgia vasca, presionaron a los sucesivos gobiernos para proteger sus productos con altos aranceles aduaneros, lo que obstaculizó nuestra vinculación con el mercado internacional, frenando nuestro desarrollo industrial al no contar con la competencia.
V.- LA HACIENDA Y EL SISTEMA FINANCIERO
1.- La Hacienda Pública. La reforma fiscal de Mon-Santillán de 1845 pretendía eliminar las exacciones fiscales de los privilegiados y aumentar la recaudación sobre la base de la igualdad ante el impuesto. Acabó con impuestos de origen medieval y pretendía crear un sistema impositivo unificado para todo el país, suprimiendo las aduanas interiores, las alcabalas y los millones (impuestos indirectos de origen medieval), dándose más importancia a los impuestos directos (bienes inmuebles, cultivos y ganadería; subsidio industrial y comercio; inquilinato) que a los impuestos indirectos (consumo, estancos y monopolios).
Pero el sistema no contemplaba en los impuestos directos las rentas personales (trabajo y capital) que constituían el mayor ingreso en los países más avanzados, por lo que la recaudación de ingresos fue insuficiente a lo largo del XIX y el déficit de la Hacienda Pública tuvo que financiarse en el crédito exterior y haciendo concesiones a grupos extranjeros (concesiones de minas) y recurriendo a constante emisión de deuda pública lo que aumentaba aún más el déficit, y en diversas ocasiones tuvo que declararse en quiebra ante la imposibilidad de cumplir las obligaciones contraídas (lo que endurecía los tipos de interés en futuras emisión de deuda).
2.- El sistema financiero. El mayor banco español de principios del XIX era el Banco Español de San Fernando (1829) creado como banco del Estado y de emisión, y en 1831 se creó la Bolsa de Madrid como mercado de valores. En 1844 se crearon dos nuevos bancos, el Banco de Isabel II y el Banco de Barcelona, pero sería la legislación del Bienio Progresista con la promulgación de la Ley de Bancos y Sociedades de Crédito (1856) la que permitiría la modernización del sistema bancario español, creándose el Banco de España (1856) que en 1874 obtuvo la concesión del monopolio de emisión de billetes. En las dos regiones más industrializadas del país surgirían entidades crediticias para financiar la actividad industrial: Banco de Barcelona; Banco de Sabadell; Banco de Santander; Banco de Bilbao; Banco de Vizcaya, los cuales rápidamente se expandieron por toda España.
En 1848 con la ley de Reforma Monetaria se adoptó el real como unidad monetaria básica que se mantuvo hasta 1868 que se creó la peseta de 100 céntimos (las frases “no tengo una perra” y  “no tengo una gorda” se refería al león rampante -confundido con una perra- de la moneda de 5 y de 10 céntimos de peseta acuñada en 1868) y que duraría hasta 1999, sustituida por el euro.





















TEMA XII.- EL SEXENIO DEMOCRÁTICO (1868-1874)
I.- CAUSAS DE LA REVOLUCIÓN DE 1868. Presenta una doble vertiente: económica y política.
1.- Económicas: crisis financiera, industrial y de  subsistencias.
A) Crisis financiera. El periodo isabelino fue una fase de expansión económica, pero en 1860 la situación empezó a cambiar, y en 1866 se hizo patente el inicio de la primera gran crisis del sistema capitalista a nivel internacional. La crisis financiera fue provocada por  la bajada del valor de las acciones en Bolsa provocada por la crisis de los ferrocarriles. La construcción de la red implicó una gran inversión pero al comenzar la explotación su rendimiento fue menor del esperado, el escaso desarrollo industrial español no fue suficiente para que el transporte de mercancías y viajeros tuviese fuerte demanda, y el valor de las acciones se desplomó, y las Cías ferroviarias exigieron subvenciones al Gobierno pero éste carecía de fondos por el desplome de la Deuda (los bonos de 100 reales valían en el mercado sólo 30). Todo esto provocó la crisis de muchas entidades financieras que cancelaron sus créditos y contagiaron a empresas con falta de liquidez.
B) Crisis industrial. Se dio sobre todo en la industria textil catalana que se abastecía en gran parte del algodón de EEUU pero la Guerra de Secesión (1861-1865) encareció la importación y provocó un periodo de “hambre de algodón” y muchas pequeñas empresas del sector no pudieron afrontar el alza de precios de la materia prima en un momento de bajada de la demanda por la crisis económica general y por la subida de los precios de los alimentos por la crisis de subsistencias.
C) Crisis agrícola. Se inició en 1866 con una serie de malas cosechas y la escasez de trigo, alimento básico de la población española, lo que supuso que en dos años duplicase su precio, con el consiguiente aumento del precio del pan y otros alimentos (arroz, bacalao). El hambre condujo en el campo a un clima de violencia social y en las ciudades al aumento del paro y el descenso del nivel de vida de los trabajadores.
2.- Políticas. Parecía que el gobierno era el único responsable de la crisis y a él pedían soluciones tanto los grandes inversores en Bolsa (subvenciones), como los industriales (proteccionismo) y los trabajadores que denunciaban su miseria (legislación que mejorase los salarios y la jornada laboral).
Narváez y su ministro González Bravo llevaron a cabo una política represiva cesando al rector de la Universidad de Madrid por su apoyo al catedrático Emilio Castelar (dada la grave crisis económica de carácter endémico que atravesaba la hacienda pública, el gobierno decidió hacer frente a la misma mediante la enajenación parcial de los bienes del Patrimonio Real, aplicando una parte (el 75%) como ingresos públicos, y el resto entregándolo a la reina Isabel II.  Este proyecto de ley provocó la iras del Partido Democrático y del Partido Progresista. Emilio Castelar, catedrático de Historia entonces de la Universidad de Madrid, publicó un artículo en La Democracia titulado ¿De quién es el Patrimonio Real? y, al día siguiente, otro artículo titulado El Rasgo. En él se mostraba contrario a que una parte del dinero de la enajenación de los bienes fuera a parar a las manos privadas de la reina, considerando que el Patrimonio Real era Patrimonio Nacional y no bienes de la reina) lo que provocará las protestas y manifestaciones de los estudiantes en la Puerta del Sol (dar una serenata), dando lugar a la Noche de San Daniel o el Matadero (10 abril 1865, enfrentamiento con la Guardia Civil provocó la muerte de 14 estudiantes).
La muerte de Narváez dejará un vacío difícil de llenar, desarrollando González Bravo una política cada vez más autoritaria y represiva que provocará los fallidos pronunciamientos de Villarejo (Prim, -enero, 1866-) y del cuartel de San Gil -junio, 1866-), así como constantes manifestaciones de estudiantes demócratas, lo que auguraba una caída del régimen isabelino.
Ante la situación existente y la incapacidad de acceder al poder por los mecanismos constitucionales, el partido progresista dirigido por Prim practicó una política de retraimiento: se negó a participar en las elecciones y defendió la conspiración como único medio para poder gobernar. En la misma posición se encontraba el partido demócrata, de modo que ambos firmaron el Pacto de Ostende (agosto, 1866): proponía el fin de la monarquía isabelina y dejaba la decisión sobre la futura forma de gobierno –monarquía o república- a unas Cortes constituyentes elegido por sufragio universal. A dicho Pacto se adhirieron los unionistas en noviembre de 1867, tras la muerte de O`Donnell, y liderados por Serrano.
Resumiendo: entre las causas que condujeron a la revolución: epidemia de cólera (1865); Crisis agrícola -importación de cereales- (1866); crisis financiera -sucesiva quiebra de bancos- (1866); crisis industrial alza precios materias primas y baja demanda en el consumo (1866); sublevaciones campesinas en Loja (1867); represión de la prensa e intelectuales (Universidad Madrid); escisiones en el partido moderado a la muerte de Narváez (1868); oposición de los unionistas al sistema isabelino a la muerte de O`Donnell (1867) y su sustitución por el general Serrano (general “bonito”); oposición de los progresistas liderados por el general Prim (pronunciamiento de Villarejo, enero 1866); creciente influencia del partido demócrata.
II.- ETAPAS:
1ª) Revolución de 1868 y Gobierno Provisional (1868); 
2ª) Regencia de Serrano y Gobierno de Prim (1869-1870);
3ª) Monarquía de Amadeo de Saboya (1871-1873);
4ª)  La Primera República (1873-1874)
1ª) REVOLUCIÓN DE 1868 Y GOBIERNO PROVISIONAL. El 19 de setiembre de 1868 la escuadra concentrada en la bahía de Cádiz al mando del almirante Topete se sublevó contra el gobierno de Isabel II. Prim exiliado en Londres, y Serrano, desterrado en Canarias, se unieron a los sublevados y publicaron un manifiesto pidiendo a los ciudadanos apoyo armado para luchar por la libertad, y terminaba con el lema “Viva España con Honra”: había estallado la revolución de septiembre, llamada la septembrina o la Gloriosa. El gobierno envió desde Madrid un ejército que fue vencido en la batalla del Puente de Alcolea (Córdoba) por lo que se vio obligado a dimitir y la reina a salir de San Sebastián camino del exilio en Francia, acogida por Napoleón III (casado con la española Eugenia de Montijo). En la revolución participaron las fuerzas populares urbanas dirigidas por los progresistas, demócratas y republicanos, y en muchas ciudades se constituyeron Juntas revolucionarias que organizaron el levantamiento, siendo las consignas: libertad, soberanía, supresión de quintas, estado aconfesional, abolición del impuesto de consumos, reparto de la propiedad  territorial, elecciones constituyentes y proclamación de la República.
Algunos de esos principios radicales no eran compartidos por los unionistas y progresistas. En octubre se sustituyó la Junta revolucionaria de Madrid por un Gobierno Provisional, eligiéndose a Serrano como Regente y a Prim como Presidente del Gobierno de progresistas, unionistas y demócratas monárquicos, marginando al resto de fuerzas políticas, y promulgando una serie de decretos: libertad de imprenta; derecho de reunión y asociación; sufragio universal; convocando a elecciones a Cortes constituyentes para enero de 1869 (1ª vez en España sufragio universal masculino mayores 25 años) que dio mayoría a la coalición gubernamental, aunque aparecieron dos minorías sólidas: los carlistas y los republicanos, aprobándose la Constitución monárquica democrática de 1869: *** cortes constituyentes=crean la constitución.
Primera Constitución democrática de la historia de España; amplia declaración de derechos y libertades; libertad religiosa; soberanía nacional; Estado monárquico pero la potestad de elaborar leyes residía sólo en las Cortes; Parlamento bicameral (Congreso y Senado); las provincias de Ultramar (Cuba y Puerto Rico) tenían los mismo derechos que las peninsulares.
Las Cortes establecieron una Regencia que recayó en Serrano y Prim jefe de Gobierno. Su misión hacer frente a las demandas populares, a la insurrección carlista y a buscar un titular en Europa para la Corona española.
2ª) REGENCIA DE SERRANO Y GOBIERNO DE PRIM (1869-1870).  Uno de los objetivos fue reorientar la política económica con una legislación que protegiera los intereses económicos de la burguesía nacional y de los inversores extranjeros. El ministro de Hacienda Figuerola suprimió la contribución de consumos e introdujo un impuesto directo sobre la renta; estableció la peseta como unidad monetaria equivalente a cuatro de los antiguos reales; el grave estado de la Hacienda  Pública (con una Deuda elevadísima) y de las Compañías ferroviarias (que exigían subvenciones ante las cuantiosas pérdidas) se pretendió solucionar con la Ley de Minas de 1871, verdadera desamortización del subsuelo español (venta o concesión de yacimientos mineros a Compañías extranjeras a cambio de dinero). Lo que liberalizaba el mercado y ayudaba a la entrada de capitales exteriores, y con los ingresos obtenidos se hizo frente al pago de la Deuda. Con la Ley de Bases Arancelarias (1869) se establecía el librecambismo, poniendo fin al secular proteccionismo español (oposición de los industriales textiles catalanes y de los cerealistas castellanos, que veían peligrar su monopolio del mercado interior).
La forma de gobierno monárquica, el mantenimiento del culto y clero (a pesar de la libertad religiosa), la persistencia de las desigualdades sociales disgustó a amplios sectores radicales: el campesinado andaluz y extremeño reivindicaba el reparto de tierras, mientras que en las ciudades el incipiente movimiento obrero demandaba mejoras laborales y económicas, y se influía de las ideas internacionalistas de la Iª Internacional (AIT, Asamblea de Londres, 1864) con la llegada de su delegado Giuseppe Fanelli. En las ciudades eran continuas las revueltas protestando por las quintas (redención: pago en metálico) y los consumos (impuesto que gravaba productos básicos: vino, carne).
El panorama político se complica extraordinariamente con respecto al periodo isabelino (carlistas; moderados; unionistas; progresistas): en la derecha están los carlistas, que por primera vez participan en las elecciones defendiendo el ultracatolicismo y la monarquía tradicional, y su base social está en Navarra, País Vasco y un poco en Cataluña y Levante; los moderados fieles a Isabel II y partidarios de los Borbones, su líder es Cánovas del Castillo y su base social los terratenientes. Centro: la conjunción monárquico-democrática (unionistas de Ríos Rosas, progresistas de Prim, Sagasta y Ruiz Zorrilla y monárquicos demócratas. Defienden una monarquía democrática y amplios derechos y libertades y su base social la burguesía financiera e industrial, intelectuales y clases medias. Izquierda: Partido Republicano Federal que estaba dividido en dos tendencias: los benévolos, que controlaban la dirección del partido (Pi i Margall) y eran partidarios del respeto a la legalidad y que el federalismo se estableciese de “arriba abajo” (José María de Orense) eran partidarios de la insurrección popular como vía para establecer la República Federal y que los distintos territorios se declararan independientes para después pactar libremente su unión, “de abajo arriba”. Un último grupo lo constituían los republicanos unitarios que diferían en la organización del Estado republicano: una República unitaria. Difieren en la forma de administrar el poder: unitarios un gobierno central fuerte; federalistas un gobierno central (de toda España) con pocas competencias -Política Exterior, Defensa- y el resto de competencias -Educación, Sanidad, etc- las tienen los gobiernos de los estados miembros (Cataluña, Murcia, etc). Se distingue del Estado Autonómico actual en que el grado de competencias de los estados es mayor que en las Comunidades autónomas, solo en eso.
En la revolución de 1868 se plantearon por primera vez reivindicaciones de carácter social, como solucionar problemas en las condiciones de trabajo, salarios o reparto de tierras, y para un amplio sector de la población para conseguir dichas mejoras era necesaria la República federal, por lo que se produjeron diversos levantamientos al grito de “República federal o muerte”, el primero en diciembre de 1868 en Cádiz, y al año siguiente se produjeron en otros lugares oponiéndose a la reimplantación de la monarquía, el sistema de quintas y el impuesto de consumos. En mayo de 1869 los republicanos federales crearon en Madrid un Consejo Federal provisional para provocar levantamientos federalistas, muy fuertes en Cataluña, Aragón, Valencia y Andalucía. Prim tuvo que recurrir al ejército para contener los levantamientos.
Problema de la candidatura al trono español
Una vez aprobada la Monarquía en la Constitución de 1869, cuyo principal defensor era Prim, había que buscar un candidato al trono, pero Prim descartaba a los Borbones por principio (“jamás, jamás, jamás”, lo que invalidaba al príncipe Alfonso), quedando como candidatos: el duque de Montpensier (marido de María Luisa Fernanda, hermana de Isabel II, quien había subvencionado la Gloriosa aspirando al trono, pero que al matar en un duelo a un Borbón descartó sus posibilidades); Baldomero Espartero, quien de forma juiciosa renunció a dicho ofrecimiento; Fernando de Coburgo(renuncia también) de Portugal (se conseguiría así la ansiada unidad ibérica); Leopoldo de Hohenzollern-Sigmaringen (la oposición de Napoleón III-carbonari, luchaba por la libertad- provocaría la guerra franco-prusiana, la caída del II imperio francés-época von vistmark- y la unificación alemana); sólo quedaba el candidato italiano, el hijo del rey de Italia Víctor Manuel (que estaba haciendo la unificación italiana enfrentándose con el Papado), Amadeo de Saboya, quien finalmente sería el elegido pero, en diciembre de 1870, mientras el rey llegaba a Cartagena, Prim fue asesinado en Madrid en la calle del Turco (“El rey llega y yo me muero”. Aún no se sabe quienes lo asesinaron), lo que auguraba malos tiempos para el nuevo monarca al no poder contar con su prestigioso valedor.
3ª) MONARQUÍA DE AMADEO DE SABOYA (1871-1873). La nueva monarquía contaba con escasos apoyos, solo obtuvo en las Cortes 190 votos de los 311 diputados presentes. Además Amadeo y su esposa Victoria contaban con la firme oposición de la nobleza, clero y camarillas cortesanas que eran partidarias de Isabel II y los Borbones. Tampoco el ejército no vinculado a progresistas ni unionistas mostró su fidelidad lo que resultaba grave al iniciarse el conflicto carlista y el cubano. Y el fervor popular iba más por la República. Por tanto a su alrededor hubo un gran vacío. (Cánovas del Castillo-Manzanares)
Amadeo actuó con escrupulosa lealtad democrática, pero tuvo que enfrentarse con serias dificultades que crearían una permanente inestabilidad y harían durar poco su reinado: las dificultades económicas del Estado que eran acuciantes, recurriendo a la consabida emisión de deuda pública; la oposición de los moderados, que consideraban ilegítima a la nueva dinastía (preparaban la restauración de los Borbones en la figura del hijo de Isabel II, el príncipe Alfonso), que encabezados por Cánovas del Castillo se ganó a muchos disidentes unionistas y progresistas, a gran parte de la Iglesia (contraria desde que Prim obligara al clero a jurar la Constitución de 1869 y también por ser contraria a su padre Víctor Manuel -Papa, prisionero en el Vaticano-), a la alta burguesía (opuesta a la abolición de la esclavitud en Cuba y a la regulación del trabajo infantil); el levantamiento armado de los carlistas en Navarra, País Vasco y Cataluña, queriendo sentar en el trono al pretendiente Carlos VII; sectores republicanos, con insurrecciones de carácter federalista; sectores anarquistas, que también utilizaron la vía de la insurrección; la guerra de Cuba, que comenzó en 1868 con el “Grito de Yara” (Guerra de los Diez Años) con el que Céspedes y los criollos querían obtener la independencia, todo ello, junto a la desintegración de la coalición gubernamental (unionistas, progresistas y demócratas) hizo al rey presentar su renuncia al trono y abandonar España el 11 de febrero de 1873, instaurándose la República.         
4ª) LA Iª REPÚBLICA (1873-1874). La última etapa del Sexenio fue la Primera República cuya duración no llegó al año (febrero 1873- enero 1874). Al renunciar Amadeo, las Cortes depositarias de la soberanía nacional proclamaron la República por 258 votos a favor frente a 32 en contra, eligiéndose como presidente a Estanislao Figueras. Pero muchos de los que votaron a favor eran verdaderos monárquicos que lo que querían era ganar tiempo para preparar la vuelta de los Borbones, y además el régimen sólo fue reconocido por EEUU y Suiza, pues las demás potencias lo veían como un régimen revolucionario que ponía en peligro la estabilidad de Europa (burguesa y conservadora).
Pero el entusiasmo popular ante la República fue indudable: en muchas ciudades los federales crearon Juntas Revolucionarias, ocupando los  Ayuntamientos; en Andalucía, los campesinos ocuparon las fincas exigiendo el reparto de tierras; en ciudades catalanas el movimiento obrero salió a la calle y exigió la reducción de la jornada laboral, el aumento de los salarios y la implantación de la República federal.
A los pocos días de ser nombrado, Figueras dimitió, nombrándose a Pi i Margall, que emprendería grandes reformas: elaborar una Constitución Federal, laicidad del Estado, independencia de las colonias, restauración de la disciplina militar y elaborar, por primera vez, leyes sociales: trabajo, quintas, consumos, enseñanza.. Pero los pocos meses que duró la experiencia repúblicana (11) no permitió el desarrollo de la legislación, siendo las más innovadoras: la supresión de quintas y la abolición de la esclavitud en las colonias. El proyecto de Constitución Republicana Federal de 1873 *** seguía la línea de la Constitución de 1869 en cuanto a la implantación de la democracia y el reconocimiento de derechos y libertades, pero ampliaba estos derechos en el ámbito social, y además establecía una República con un Presidente, sistema bicameral, estado laico. Libertad de culto, y la estructura del Estado sería de 17 Estados, entre ellos Cuba con autonomía política, económica y administrativa., que elaborarían sus propias Constituciones (origen del nacionalismo periférico y del actual Estado Autonómico). El nuevo Estado se tuvo que enfrentar a la insurrección carlista (que se prolongó hasta 1876), la guerra de Cuba y, sobre todo, la insurrección cantonal: en diversos lugares, artesanos, pequeña burguesía y asalariados se sublevaron en armas dirigidos por los republicanos intransigentes, proclamando los cantones. El presidente Pi i Margall se opuso a utilizar al ejército para aplastar el movimiento cantonal, por lo que dimitió y fue sustituido por Nicolás Salmerón, quien acabó rápidamente con la sublevación excepto en Cartagena donde los cantonales seguían dominando la ciudad (flota de guerra), y al negarse a firmar las correspondientes penas de muerte para los sublevados, dimitió, siendo sustituido por Emilio Castelar, mucho más conservador y representante del republicanismo unitario, por lo que se observa un desplazamiento hacia la derecha que se confirmaría con el triunfante golpe de estado del general Pavía, que el 3 de enero de 1874 entró con la Guardia Civil en el hemiciclo del las Cortes, expulsando a los diputados, y pasando el poder a unionistas y progresistas de derechas encabezados por el general Serrano. El 29 de diciembre de 1874, en un nuevo levantamiento militar, el general Martínez Campos en Sagunto proclamaba rey de España al hijo de Isabel II, el príncipe Alfonso, comenzando el periodo de La Restauración de los Borbones.     
    
TEMA XIII.- EL REGIMEN DE LA RESTAURACIÓN. CARACTERÍSTICAS Y FUNCIONAMIENTO DEL SISTEMA CANOVISTA
Durante la larga etapa de la Restauración podemos distinguir tres periodos: reinado de Alfonso XII (1875-1885), la Regencia de María Cristina (1886-1902) y el reinado de Alfonso XIII (1902-1931) (hasta el golpe de estado de Primo de Rivera en 1923). Pero durante el reinado de Alfonso XIII el sistema entra en crisis (aunque se mantiene formalmente la Constitución de 1876 hasta el golpe de estado de Primo).
I.- ALFONSO XII (1875-1885), el Pacificador. Antonio Cánovas del Castillo, líder durante el Sexenio de los que pretendían la restauración de la dinastía de los Borbones, convenció a Isabel II para que abdicase en su hijo el joven Alfonso (junio, 1870), quien estudiaba en la academia militar inglesa de Sandhurst, como respuesta a las felicitaciones por su mayoría de edad al cumplir los 17 años, firmaría el 1 de diciembre de 1874 el Manifiesto de Sandhurst, redactado por Cánovas, en el que prometía ser un verdadero rey liberal: publicado en la prensa española, dos días después tuvo lugar el pronunciamiento de Martínez Campos en Sagunto (29 diciembre 1874) a favor de la Restauración Borbónica, asumiendo Cánovas del Castillo la presidencia del Ministerio-Regencia hasta la venida de Alfonso XII (las malas lenguas circularon el rumor de que su verdadero padre no era el Rey Consorte, sino un capitán de ingenieros llamado Enrique Puig Moltó -el hecho coincidía con la famosa promiscuidad de la Reina y la aparente homosexualidad del Rey-), proclamado rey por las Cortes a su venida en enero de 1875. Los sucesos más importantes de su reinado serían la terminación de la tercera (y última) guerra carlista, la finalización de la insurrección cubana y la elaboración de la Constitución de 1876.
1.- EL SISTEMA POLÍTICO DE LA RESTAURACIÓN: EL SISTEMA CANOVISTA. Todo el mundo ansiaba una vuelta a la estabilidad política después de los convulsos años del Sexenio y Cánovas supo aglutinar a casi todas las fuerzas políticas en un nuevo sistema político basado en el bipartidismo (frente al excluyente monopolio del poder por los moderados en la época isabelina). Se convocó a elecciones constituyentes (por sufragio universal que después anularía) y se elaboró la
A)  Constitución de 1876 ***
- Ha sido la Constitución española que mayor tiempo ha estado en vigor (hasta la Constitución republicana de 1931)
- Se parece a la Constitución moderada de 1845 pero tiene una carácter más liberal
- Es una clara muestra del liberalismo doctrinario caracterizado por el sufragio censitario y la soberanía compartida entre las Cortes y el rey (por tanto de marcado carácter conservador que defiende los valores tradicionales de la monarquía, la religión y la propiedad)
- Se conceden amplios poderes a la Corona: derecho de veto, nombramiento de ministros y potestad de convocar, suspender o disolver las Cortes sin contar con el gobierno
- Un Parlamento bicameral: Senado (la mitad por derecho propio, vitalicio o nombramiento real) y el Congreso de Diputados (de carácter electivo pero no se fijaba el tipo de sufragio: ley 1878 voto censitario mayores contribuyentes; Ley 1890 sufragio universal masculino)
- Confesionalidad católica del Estado aunque se toleraban otras confesiones si no se hacía pública manifestación. Se restableció el presupuesto de culto y clero (financiar a la Iglesia)
- Amplia declaración de derechos cuya concreción remitía a posteriores leyes ordinarias (que tendían a ser restringidos, sobre todo el de imprenta, expresión, reunión y asociación)
- Acusado centralismo político: se suprimen los Fueros vascos y se controlan los Ayuntamientos y las Diputaciones por el gobierno
B) Partidos dinásticos. Turno pacífico y alternancia en el poder. Falseamiento electoral y caciquismo. Cánovas estableció un sistema de gobierno basado en el bipartidismo y la alternancia en el poder de dos grandes partidos dinásticos, el conservador y el liberal, que renunciaban a los pronunciamientos para acceder al poder, asegurando un turno pacífico de partidos y el fin de la intervención del ejército en la política pues, aunque era uno de los grandes pilares del régimen, quedó subordinado al poder civil (antítesis del régimen de espadones de Isabel II).
Partido Conservador. Durante el Sexenio el dirigente del Partido Alfonsino fue Cánovas, que lo transformó durante la Restauración en el Partido Liberal-Conservador y más tarde llamado Partido Conservador (tras ser asesinado el 8 de agosto de 1897, -balneario de santa ÁguedaMondragón, Guipúzcoa-, por el anarquista italiano Angiolillo, el liderazgo del partido pasó a Francisco Silvela). Aglutinaba a los grupos políticos más conservadores -excepto los carlistas- y en gran medida era heredero del partido Moderado (orden, propiedad, tradiciones, Iglesia). Facilitó la formación de un partido más a la izquierda dinástica que posibilitase el turno pacífico.
Partido Liberal. Dirigido por Práxedes Mateo Sagasta aglutinando a progresistas, unionistas y demócratas moderados que aceptaron la dinastía nació el Partido Liberal-Fusionista, más tarde Partido Liberal, que se sentía heredero de las posiciones ideológicas del progresismo y defendías posturas más avanzadas como el sufragio universal, un reformismo social y menor poder de la Iglesia.
En realidad ambos partidos coincidían en lo fundamental, aunque diferían en algunos aspectos adoptando papeles complementarios: defendían la monarquía, el liberalismo, la propiedad privada, el Estado unitario y centralista; su base social eran las élites económicas -(nobleza, latifundistas, banqueros) y clases medias acomodadas (comerciantes, industriales, funcionarios); eran partidos de minorías o partidos de notables que contaban con periódicos y comités por todo el estado. Entre ambos partidos existía el acuerdo tácito de no promulgar nunca una ley que forzase al otro partido a derogarla cuando ocupase el gobierno.
El sistema de turno pacífico se mantuvo gracias a la corrupción electoral y a la utilización del poder económico. Era arbitrado por el rey y no por la voluntad popular: el candidato a presidente debía ser designado por el monarca  y también contar con una mayoría sólida en las Cortes para poder gobernar pues, en caso contrario, obtenía del rey el decreto de disolución de Cortes, promovía la convocatoria de elecciones y lograba una mayoría que le permitiera seguir gobernando. El proceso era inverso al de una democracia en la que primero se obtiene la mayoría en las elecciones y después se forma gobierno. El sistema comenzó cuando Alfonso XII llamó a Sagasta a formar gobierno en 1881 y se institucionalizó en el Pacto del Pardo (1885) con la muerte del rey y para garantizar estabilidad durante la Regencia de Mª Cristina. Para garantizar su victoria electoral cada grupo político procedía a manipular las elecciones: el fraude electoral conseguía siempre apoyar la decisión real de relevar al gobierno, sistema que funcionaba por el caciquismo: cada partido se cimentaba en una red de relaciones personales, clientes o amigos políticos que le prestaban apoyo a cambio de favores. Cuando el partido de turno llegaba al poder repartía cargos, concesiones o privilegios a sus clientes para obtener el máximo de votos en la zona, compraban o presionaban a los electores y a los poderes locales (juez, gobernador, Guardia Civil), falseaban las listas electorales o manipulaban los votos obtenidos. Estas prácticas se llamaron el pucherazo. Era el Ministro de la Gobernación (similar al actual de Interior) quien controlaba el proceso a través de los gobernadores provinciales y alcaldes, y quien se encargaba de elaborar el encasillado o acuerdo entre conservadores y liberales para decidir antes de las elecciones qué cargos debían recaer en el partido de gobierno y cuáles en el de la oposición. Este sistema era propio de un país atrasado y agrario como España, donde el valor del sufragio universal era escaso ante el analfabetismo y el  poder de los terratenientes.  
2.- EL FIN DE LOS CONFLICTOS BÉLICOS: LA 3º GUERRA CARLISTA, LA CUESTIÓN DE CUBA Y EL CONFLICTO DE LAS CAROLINAS.
A) La Tercera Guerra Carlista (1872-1876). Tuvo lugar entre los partidarios de Amadeo de Saboya, la Iª República y Alfonso XII y los partidarios del pretendiente carlista Carlos VII duque de Madrid. Tras la dimisión de Ramón Cabrera como jefe político y militar de los carlistas por entender que no se daban las condiciones para la victoria -y reconociendo a Alfonso XII como legítimo rey-, el pretendiente se sublevó en el País Vasco y Navarra restaurando los Fueros abolidos por Felipe V, lo que animó a sus seguidores de Cataluña, Aragón y Valencia. Fue una guerra de partidas hasta que en 1873 el pretendiente se puso al frente de 24000 hombres y ocuparon casi todo el País Vasco, creando un verdadero Estado cuyo rey era Carlos VII y su base territorial las Diputaciones forales. En Cataluña los carlistas serían vencidos por tropas mandadas por Martínez Campos en el verano de 1875 y el gobierno pudo concentrar sus tropas en el frente norte con la presencia del joven rey: los carlistas fueron desalojados de Bilbao, Estella y Montejurra, y el pretendiente tuvo que traspasar la frontera con 10000 seguidores, dándose por finalizada la contienda.
La derrota carlista supondría la definitiva abolición de los Fueros vascos-navarra no- recordar explicar comunidad foral quedando estos territorios sujetos al pago de los impuestos y al servicio militar como el resto del estado (pero en 1878 se estipuló un sistema de conciertos económicos que les concedía cierte autonomía, pagando a la Administración Central un cupo recaudado directamente por las Diputaciones provinciales).
B) Guerra de Cuba: Guerra de los Diez Años (1868-1878) o Guerra Grande -en Cuba-. La sublevación de los independentistas comenzó con el Grito de Yara en 1868 en la finca Demajagua  que pertenecía a Carlos Manuel de Céspedes. Las causas eran de índole económica (la metrópoli imponía altos impuestos, rígido control comercial, esclavismo), política (no se permitía a los cubanos ocupar cargos públicos, no tenían derecho de reunión, libertad de prensa, no podían existir partidos políticos cubanos) y sociales (marcada división de clases, existencia de prejuicios raciales, existencia de la esclavitud). La guerra tuvo un carácter antiesclavista, anticolonialista y de liberación nacional. La guerra comienza cuando Céspedes dio la libertad a sus esclavos y leyó la Declaración de Independencia o Manifiesto del 10 de octubre (1868). España, además de la ofensiva militar, emprendió una españolización de la isla al enviar más de 1 millón de emigrantes desde 1868 a 1898. Como resultado de la actuación militar y las negociaciones, en 1878 se firmó la Paz de Zanjón que incluía una amplia amnistía, abolición de la esclavitud, reformas políticas y administrativas, pero el incumplimiento de estas reformas provocaría un nuevo conflicto en 1879 (La Guerra Chiquita) y  la posterior insurrección de 1895. La guerra de independencia (1895-1898) estalló cuando José Martí dio el Grito de Baire (1895). El general Martínez Campos combatiría contra los dirigentes de los mambises -independentistas cubanos-, José Martí (que pereció en un encuentro), Antonio Maceo y Máximo Gómez y, al fracasar, fue sustituido por el general Weyler en 1896, que condujo las tropas con mayor rigor y una enérgica política (obligación de los campesinos de concentrarse en las ciudades para desmantelar las guerrillas), y una comisión norteamericana protestó en España por estas medidas, creándose un ambiente hostil en los españoles contra EEUU. La guerra hispano-norteamericana, que terminó con un desastre para las tropas españolas, se inició con la explosión en el acorazado americano “Maine” en el puerto de La Habana: fue el pretexto para que USA declarase la guerra a España que terminaría con la Paz de París por la que España perdía Cuba, Puerto Rico, Filipinas y la isla de Guam (la mayor de las islas Marianas, y en la actualidad pertenece a EEUU): era el fin del imperio español.
C) Conflicto de las Carolinas. Alfonso XII realizó en el año 1883 una visita oficial a Bélgica, Austria, Alemania y Francia. En Alemania aceptó el nombramiento como coronel honorario de un regimiento de la guarnición de Alsacia, territorio conquistado por los alemanes y cuya soberanía reclamaba Francia. Este hecho dio lugar a un recibimiento hostil al monarca español por parte del pueblo de París durante su visita oficial a ese país.
Alemania, pretextando que España tenía abandonadas las islas Carolinas envió un cañonero para ocuparlas (1885). Este suceso exacerbó el patriotismo de los españoles que pedían la guerra contra Alemania. Por la prudencia de Cánovas y del rey, el conflicto no llegó a estallar, aceptando España y Alemania el arbitraje del Papa León XIII reconociendo las islas como propiedad de España que las vendió finalmente a Alemania.
Alfonso XII (con mucho el mejor de todos los monarcas Borbones) comenzó su reinado con 17 años. A los 20 años casó con su prima María de las Mercedes, quien falleció de tifus cinco meses después de la boda (y el rey se entregó a un frenesí sexual continuado). Por motivos sucesorios le obligaron a casarse de nuevo, eligiéndose a María Cristina de Habsburgo-Lorena, prima del emperador Francisco José I de Austria. Tras visitar a enfermos del cólera (a espaldas del gobierno) murió de tuberculosis en 1885 a los 28 años sin dejar heredero varón (tenía dos hijas). Su viuda estaba embarazada: en mayo de 1886 nacería su hijo póstumo, el futuro Alfonso XIII. (De la actriz Elena Sanz tendría dos hijos ilegítimos -se decía que se la presentó Isabel II para evitar se casara con su prima-).
II.- REGENCIA DE MARIA CRISTINA (1885-1902)
Durante la Regencia de Mª Cristina (conocida como “doña Virtudes”), se consolidó el sistema canovista cuando a la muerte de Alfonso XII, Cánovas y Sagasta firmaron el Pacto del Pardo (1885). La reina viuda (y embarazada) confió la formación de gobierno al líder del partido Liberal, Sagasta comenzando el gobierno de los liberales llamado del Parlamento largo (1885-1890):
* introdujeron derechos individuales del texto constitucional de 1869 (libertad de prensa e imprenta, libertad de cátedra).
*  libertad de asociación (Ley de Asociaciones de 1887) que permitió la aparición de sindicatos como la socialista UGT
Ley del jurado (1888) que permitía a la sociedad participar en la justicia
Código Civil (1889)
Sufragio universal masculino (1890)
* La aproximación a los problemas sociales y a la condición obrera, se creó la Comisión de Reformas Sociales (1883) por iniciativa de Segismundo Moret para estudiar las cuestiones relativas a las clases trabajadoras (sería el precedente del Instituto de Reformas Sociales -1888-) y que después daría lugar al nacimiento del Ministerio de Trabajo
* El debate entre los partidarios del librecambismo (Moret) y del proteccionismo (conservadores y algunos liberales como Gamazo), se resolvió con la adopción de medidas proteccionistas (arancel de 1891) para proteger a la industria catalana y vasca, la minería asturiana y los productores de cereal castellanos (pero perjudicando a los consumidores españoles).
Lo más destacable durante la Regencia de Mª Cristina fue la guerra hispano-norteamericana en el contexto de la guerra de Cuba, y la consiguiente pérdida de las últimas posesiones del imperio colonial, surgiendo un gran pesimismo en la sociedad española y  también el regeneracionismo: como consecuencia del desastre del 98, algunos intelectuales españoles comenzaron a pensar sobre lo que llamaron el "problema de España": España debía cambiar, "regenerarse", para convertirse en un país moderno. Una de las figuras más importantes del regeneracionismo fue Joaquín Costa.












XIV.- LA OPOSICIÓN AL SISTEMA CANOVISTA. EL NACIMIENTO DE LOS NACIONALISMOS PERIFÉRICOS.    
Entre las fuerza políticas fuera del sistema canovista y opuestas al régimen de la Restauración destacaban:
1.- PARTIDOS A LA DERECHA DEL SISTEMA
- Los carlistas. Tras su derrota en la tercera guerra carlista en 1876 se prohibió la estancia del pretendiente don Carlos de Borbón y el carlismo entró en una grave crisis al reconocer varios de sus dirigentes a Alfonso XII como rey (por ejemplo el carismático Ramón Cabrera, “El Tigre del Maestrazgo”). Su nuevo dirigente sería Cándido Nocedal, quien extendió los Círculos carlistas por todo el país, manteniendo su principal fuerza en Navarra, País Vasco y Cataluña, y siendo el renovador del partido Vázquez de Mella en un programa conocido como “El Acta de Loredan” (nombre del palacio veneciano en donde residía el pretendiente) en el que, aunque se mantenían  algunos de sus viejos principios (catolicismo, fuerismo, oposición a la democracia), no se defendía la vuelta al Antiguo Régimen.
- El Partido Católico Nacional, partido católico integrista (la política supeditada a la religión) fundado por el hijo de Cándido Nocedal, Ramón Nocedal como un partido distinto del carlismo.
- La Unión Católica (1881) de Alejandro Pidal, partido conservador y católico.
2.- PARTIDOS A LA IZQUIERDA DEL SISTEMA
- Los partidos republicanos. El Partido republicano Posibilista de Emilio Castelar, que entendía que el régimen de la Restauración garantizaba la paz social y consideraba “posible” que la monarquía asumiese algunos de los principios democráticos.
- El Partido Republicano Progresista de Ruiz Zorrilla que no descartaba la acción violenta contra el monarca.
- El Partido Republicano Federal de Pi i Margall, que después de la funesta experiencia de 1873 tenía escasa fuerza.
- Sin embargo el republicanismo perdió presencia entre las masas obreras y los votos del proletariado fueron hacia el naciente Partido Socialista Obrero Español (PSOE), fundado por Pablo Iglesias en 1879.  
Pero los partidos y movimientos político-sociales que más fuerza alcanzaron fueron los nacionalismos periféricos: el nacionalismo catalán y el nacionalismo vasco.
3.- LOS NACIONALISMOS PERIFÉRICOS

 En el último cuarto del XIX comenzó en España el ascenso de movimientos de carácter nacionalista o regionalista, grupos de intelectuales, políticos y empresarios contrarios al centralismo y uniformismo estatal. Entre los factores que contribuyeron a propiciar los nacionalismos periféricos:

A) Causas

·  CAUSAS POLÍTICAS

* El modelo de Estado  centralista y unitario adoptado por el liberalismo español desde los años treinta del siglo XIX, a imitación del francés,  continuando el modelo castellanizante impuestos por los Borbones en el siglo XVIII, a raíz de los decretos de Nueva Planta. 
* La división provincial de España (Javier de Burgos) nombrándose gobernadores civiles y militares, y pretendiendo desconocer y disolver las peculiaridades regionales y comarcales en un proceso de integración común En noviembre de 1833, el secretario de estado de Fomento, Javier de Burgos , creó un estado centralizado dividido en 49 provincias . Las provincias recibieron el nombre de sus capitales (excepto cuatro de ellas, que conservaron sus antiguas denominaciones: Navarra, con capital en Pamplona, Álava con Vitoria, Guipúzcoa con San Sebastián y Vizcaya con Bilbao).
* La castellanización de todo el País impuesta  en los Decretos de Nueva Planta (1715) habían castellanizado España salvo el País Vasco y Navarra que habían conservado parte de sus fueros.
* La perdida de los Fueros de Navarra y País Vasco (excepto los derechos civiles y los conciertos económicos) a raíz de la tercera guerra carlista y el decreto de Cánovas del Castillo. Ante este intento de uniformización se planteará otra forma de ver España, defendiendo una España diversa y multinacional, a la que consideraban más acorde con la realidad social e histórica.
* El uso patrimonial del Estado por parte de las élites políticas liberales las desautorizó como impulsoras de cualquier plan de “cohesión nacional”
* Tras la crisis del 98, el problema de la identidad de España se vio agudizado. Con el desastre de Cuba también se hunde ese concepto uniformista de España y aparecen una serie de regeneracionismos que critican a la España del momento y proponen un modelo alternativo. Uno de esos regeneracionismos fue el nacionalista periférico, que proponía una nueva estructura de España, una España federal, culpando de los males actuales al centralismo existente. En Cataluña y en el País Vasco ambos nacionalismos empiezan a partir de esta fecha a obtener importantes resultados electorales, terminando con la supremacía electoral de los partidos dinásticos en estas zonas. 

·  CAUSAS CULTURALES

* La existencia de lenguas vernáculas y costumbres autóctonas: se reivindica el uso de dicha lengua y su utilización a nivel oficial
* El Romanticismo con la añoranza por un pasado glorioso y a menudo idealizado: la existencia de una historia y unas tradiciones propias y diferenciadas del resto de España

·  CAUSAS ECONÓMICAS

La importancia de los factores económicos viene dada por la aparición de la industrialización . La industrialización de España fue muy dispersa (Cataluña y País Vasco se industrializaron y el resto de España continuó agraria), muy sectorializada (básicamente textil y siderúrgica) y muy dependiente de la política económica de los gobiernos (necesidad del proteccionismo). Así la burguesía catalana y vasca demanda políticas proteccionistas y estas reivindicaciones se unen y se funden a las de carácter político. (El nacionalismo gallego y andaluz, de carácter más agrario, se basan en los agravios económicos con respecto a regiones o nacionalidades más avanzadas).

* Fuerte industrialización del País Vasco y Cataluña (resto España continúa siendo agraria)

* Industria fuertemente sectorializada (País Vasco: siderurgia; Cataluña: Textil)

* Firme defensa del proteccionismo para proteger sus intereses
B) LOS NACIONALISMOS
* NACIONALISMO CATALÁN. Fue la primera región en desarrollar un movimiento nacionalista. En el siglo XIX tuvo un gran crecimiento económico y la industrialización había hecho de Barcelona la primera zona industrial de España y había propiciado el nacimiento de una influyente burguesía industrial que defendía a ultranza una política proteccionista.
Como en los otros nacionalismos, el inicio tuvo un carácter cultural y desde el primer tercio de siglo surge un movimiento intelectual y teóricamente apolítico, denominado la Renaixença que abarcaba, intentando revalorizarlos, los más diversos campos de la actividad intelectual -Historia, Literatura, Artes- que tuvieran relación con Cataluña y siempre utilizando su propia lengua y sus costumbres. Alrededor de 1830 nació la Renaixenca, que podemos englobar dentro del Romanticismo y tenía como objetivo la recuperación de las señas de identidad de Cataluña. Se trataba de hacer revivir las culturas regionales y de redescubrir el pasado, las tradiciones y el folclore de las provincias. El catalán -que nunca había dejado de hablarse y escribirse- corría el peligro de transformarse en un dialecto. En 1833 Barcelona recuperó su universidad que estaba cerrada desde el reinado de Felipe V. En el mismo año, Aribau compuso “Oda a la patria catalana”, a la que seguirían los versos -también en catalán- de Verdaguer, Maragall y otros poetas. Por la misma época diversos historiadores y eruditos dieron  a conocer la grandeza de la Cataluña medieval a través de la difusión de diversos fondos del Archivo de la Corona de Aragón.  En 1859 el ayuntamiento de Barcelona impulsó los Juegos Florales, cuya finalidad era premiar las mejores poesías escritas en lengua catalana. Los sentimientos de exaltación patriótica fomentaron los grandes coros que, además de cantar sones del país, tenían, por su teatralidad, algo de encantamiento visible del espíritu de un pueblo actuando al unísono y conjuntando esfuerzos. La proliferación de publicaciones regionales en las que se afirma progresivamente la idea de una nacionalidad catalana comienza ya en la década de 1870. Ejemplos significativos son los ensayos de Juan Mañé i Flaquer , director del Diario de Barcelona y José Torras y Bages, obispo de Vic, propulsor de un regionalismo tradicional y confesional que tuvo un amplio eco en la Cataluña rural.  En este proceso se inscribe también la creación del primer diario en lengua catalana (“El Diari Catalá”) en 1877 y la celebración del Primer Congreso Catalanista en 1880 convocado por Valentín Almirall.

Fueron surgiendo diversas tendencias catalanistas, entre las que cabe destacar la creación  del Centre Catalá en 1882 por Valentín Almirall, republicano izquierdista que por primera vez reclamó la autonomía de Cataluña a la vez que denunciaba el caciquismo. Valentí Almirall y el Centro Catalán redactarían el memorial de Greuges, con el que se reivindicaba la Identidad de Cataluña, propuesta  presentada  a Alfonso XII en 1885:

 “No tenemos, Señor, la pretensión de debilitar, ni mucho menos atacar, la gloriosa unidad de la patria española; antes por el contrario, deseamos fortificarla y consolidarla; pero entendemos que para lograrlo no es buen camino ahogar y destruir la vida regional para sustituirla por la del centro... Señor: se nos arrebató nuestro sistema administrativo, que hoy encuentran bueno e imitan naciones cultas de Europa... No podemos usar nuestra lengua más que en nuestros hogares, desterrada de las escuelas... A fuerza de trabajo y privaciones sin cuento, nuestros industriales han creado una industria española que en cuarenta años ha progresado y alcanzado altísimo nivel. Esta industria viene siendo atacada de raíz de algunos años a esta parte... La tendencia llamada librecambista... es una espada de Damocles suspendida sobre la producción” (Memoria en defensa de los intereses de Cataluña, 10 de marzo de 1885).

En 1887, bajo la iniciativa de Enric Prat de la Riba y Lluis Doménech i Montaner, se fundó la LLiga de Catalunya de raíces católicas y conservadoras que unos años más tarde se uniría al Centre Escolar Catalanista para organizar una serie de mítines en los que se defendía la reivindicación de la nación catalana y se reclamaba el derecho de Cortes Generales independientes y autogobierno.

El aglutinador fue Prat de la Riba que en 1891 fundó la Unión Catalanista, partido de tendencia conservadora y católica, y redactó el programa llamado Bases de Manresa en que se reclamaba un amplio régimen de autogobierno para Cataluña, dentro del Estado Español y bajo su monarquía, y proponía un reparto de funciones entre el poder central y el regional.

Prat de la Riba en su libro “La Nacionalitat Catalana expuso el sentimiento de frustración del pueblo catalán y describía las etapas del nacionalismo: la fase de provincialismo, de regionalismo y de nacionalismo. También anunciaba una etapa futura de imperialismo en la que Cataluña aspiraría a expandirse hacia Baleares y Valencia.
Obra suya fue también la formación de la

Lliga Regionalista que tuvo como figura política a Frances Cambó y que tenía el doble objetivo de conseguir la autonomía política y el proteccionismo económico.
  • Es un partido conservador, católico y burgués que, aunque defendía los intereses económicos del empresariado catalán, estaba alejado de cualquier posición independentista
  • Tenía dos objetivos principales:
  • Autonomía política para Cataluña dentro de España
  • Defensa de los intereses económicos de los industriales catalanes: una política comercial proteccionista.
·  En 1901 los cuatro presidentes provinciales de la Liga salieron elegidos diputados y, poco a poco, se fue convirtiendo en el partido mayoritario en Cataluña. Sin embargo, las aspiraciones autonomistas catalanas chocaron con la política centralista de los gobiernos y de las Cortes, que recibieron a los nacionalistas con recelo.

·  Sólo a partir de 1914 y 1925 funcionó la Mancomunidad de Cataluña, gobierno regional meramente administrativo.

Resumiendo: el nacionalismo catalán surgió con el movimiento cultural de la Renaixença cuyo objetivo era recuperar el catalán como la lengua hablada en Cataluña a lo que se unió los intereses económicos de lucha por el proteccionismo (“unión arancel y poesía”). En la década de 1880 se desarrolló el catalanismo político, una corriente tradicional defendida por el obispo Torras y Bages; otra de carácter progresista defendida por Almirall con su Centre Català  que defendía la autonomía para Cataluña. La consolidación del catalanismo político se dio con la elaboración por Prat de la Riba  y su partido Unió Catalanista de las “Bases de Manresa” (1892) documento que se considera el padre del nacionalismo catalán. Con la crisis de la Restauración la burguesía deseo tener su propia representación política en Las Cortes: en 1901 se creó La Lliga Regionalista, fundada por Prat de la Riba y Francesc Cambó, principal partido en Cataluña durante el primer tercio del siglo XX.


* NACIONALISMO VASCO. El nacionalismo vasco nació en fechas más tardías y tuvo sus apoyos sociales sobre todo en la pequeña y mediana burguesía y en el mundo rural. Fue más radical y racista que el catalán.
 En su formación inciden tres factores:
  • un movimiento cultural para la recuperación de su cultura
  • los efectos de la revolución industrial y la inmigración
  • y, sobre todo, la derrota del carlismo y la anulación de sus fueros por Cánovas
El nacionalismo vasco es una ideología política y cultural que aboga por la unidad y defensa de la entidad cultural de los territorios que configuran la nación vasca, y que actualmente se reparten entre España y Francia por lo que su extensión territorial se correspondería con la de Euskal Herria:
En el nacionalismo vasco  aparecen dos tendencias bien diferenciadas:
  • Un nacionalismo radicalizado que defendía la recuperación íntegra de los fueros. Eran los que se aferraban al mundo tradicional y agrario, que no se adaptaban a los cambios que la revolución industrial conllevaba, para ellos la defensa de sus fueros equivalía a defender su esencia de lo vasco, su raza, su historia, su tradición, su lengua. La abolición de los fueros se convirtió en el agravio más importante del gobierno central y la petición de independencia su reivindicación fundamental.
  • Un nacionalismo de carácter más burgués y urbano. Estos aceptaron la abolición de los fueros y supieron rentabilizar la situación para transformar la pérdida en conciertos económicos con Madrid en provecho propio y presionar en pro de una legislación proteccionista.
Políticamente, el nacionalismo vasco comienza en la 2ª mitad del siglo XIX reivindicando la Identidad Vasca. Como reacción a las medidas contra los carlistas surgió una reacción contra el gobierno que reivindicaba la lengua y la cultura Vasca y estaban en contra del proceso de “españolización” al que estaban sometidos.
Sabino Arana configuró el Primer Programa Nacionalista Vasco que defiende la raza, el catolicismo, la independencia de las Vascongadas, el euskera, el antiespañolismo y las costumbres vascas. Sabino Arana nombró a la Patria de todos los Vascos con un neologismo: Euskadi.
Fundó el periódico Bizkaitarra desde el que publicó la necesidad de una “euskaldunización” de la sociedad, idealizando el mundo rural y reivindicando el uso del euskera como lengua nacional. No predicó la independencia mediante la violencia, aunque dejó explícita la apelación a la sangre cuando la historia lo aconseje. Pero los seguidores de Arana promovieron incidentes como la “sanrocada”, (1893) un altercado con los carlistas en Guernica, el día de San Roque de 1893, en el curso del cual gritaron mueras a España y quemaron una bandera española. La “sanrocada” es considerada la primera manifestación nacionalista vasca.

En 1895 fundaba el Partido Nacionalista Vasco (PNV) con unos planteamientos muy radicales, basados en:

·  Defensa de la creación de un estado vasco independiente (Euzcadi), formado por Álava, Vizcaya, Guipúzcoa, Navarra, y las provincias vascas de Laburdi y Zuberoa. Sabino Arana fue también el creador de la ikurriña. Por ello, a diferencia del carlismo, no defendía los fueros, considerados como una concesión de la corona española.

·  Radicalismo antiespañol, considerando a los españoles (maketos, moros, chinos) unos invasores y pervertidores de la esencia vasca. <<“El bizkaino es inteligente y hábil para toda clase de trabajos; el español es corto de inteligencia y carece de maña para los trabajos más sencillos. Preguntádselo a cualquier contratista de obras y sabréis que un bizkaino hace en igual tiempo tanto como tres maketos juntos”. “Tanto están obligados los bizkainos a hablar su lengua nacional, como a no enseñársela a los maketos o españoles. No el hablar éste o el otro idioma, sino la diferencia del lenguaje es el gran medio de preservarnos del contacto con los españoles y evitar así el cruzamiento de las dos razas”>>

·  La raza euskeriana es sustancialmente distinta de la raza española. Exaltación xenófova y racista de la étnia vasca: << Si fuese moralmente posible una Bizcaya foral y euzkeldun pero con raza maketa, su realización sería la cosa más odiosa del mundo, la más rastrera aberración de un pueblo, la evolución política más inicua y la falsedad más estupenda de la historia... y vosotros degenerados y corrompidos por la influencia española, o los habéis adulterado por completo, o los habéis reemplazado por los usos y costumbres de un pueblo a la vez afeminado y embrutecido... Tanto nosotros podemos esperar más de cerca nuestro triunfo, cuanto España se encuentre postrada y arruinada... el favorecer la irrupción de los maketos es fomentar la inmoralidad en nuestro país; porque si es cierto que las costumbres de nuestro Pueblo han degenerado notablemente en esta época, débese sin duda alguna a la
espantosa invasión de los maketos, que traen consigo la blasfemia y la inmoralidad... Es preciso apartarse de los maketos en todos los órdenes de la vida... “Gran daño hacen a la Patria cien maketos que no saben euskera: mayor es el que le hace uno solo que lo sepa” >>

·  Integrismo católico, acorde con sus raíces carlistas, postulaba un estado vasco casi teocrático. “Euskadi se establecerá sobre una completa e incondicional subordinación de lo político a lo religioso, del Estado a la Iglesia”. El lema del PNV será “Dios y Leyes Viejas” Este aspecto es un claro elemento de continuidad con el carlismo.

·  Promoción de la lengua y la cultura vascas; ·  Apología del mundo rural vasco tradicional; ·  La virulencia de su lenguaje, las reyertas, los insultos a la bandera (“el trapo abominable”), los llamamientos a apedrear a los maestros de los pueblos, su desafío solapado, pero constante, a las leyes y, en fin, su separatismo combativo en tiempos en que España afrontaba inquietudes de rebelión en Cuba y Filipinas, motivaron denuncias contra Arana. La justicia desestimó las tres primeras, pero la cuarta (por injurias a un particular) le condujo durante 2 meses la cárcel de Larrinaga. Recibía visitas y celebraba comidas familiares sin apenas trabas. <<“Me han destinado un cuartito decente en lo que cabe; de paredes blanqueadas y fregado suelo. Y me permiten circular por todo el interior de la cárcel (…) No he pedido ni pediré ningún favor (…) Si ellos espontáneamente me otorgan alguno, lo recibiré sin darles las gracias (…) no opongo ni opondré resistencia a cuantas vejaciones se me hacen y puedan hacérseme, porque por hoy nos toca a todos los nacionalistas bajar la cabeza y sufrir”>>. ·  En una segunda etapa de su pensamiento Sabino Arana moderó sus planteamientos y viró hacia un nacionalismo del modelo catalán, en el que se pedía autonomía pero no independencia. Planteamiento que correspondía a la tendencia más moderada, urbana y burguesa del nacionalismo vasco. Sabino Arana con su esposa Nicolasa, que tenía 126 apellidos vascos.

·  El PNV asumió e integró estas dos tendencias, predominando una u otra en distintas etapas. Aunque siempre dominó su carácter conservador y católico. Desde entonces convivieron y conviven las dos tendencias, no sin enfrentamientos, disputas y escisiones. Una tendencia más pragmática que pedía la reforma del Estado y la autonomía; y otra, más fiel a los planteamientos independentistas de Arana. A finales de siglo, el PNV obtuvo sus primeros escaños, aglutinando el voto de las clases medias urbanas y rurales, preocupadas por el creciente peso de los trabajadores inmigrantes, generalmente identificados con el socialismo, por lo que crearon un sindicato nacionalista en 1911 Solidaridad de los Trabajadores Vascos (ELA-STV)  controlado por el PNV que todavía perdura y es el sindicato nacionalista más importante.  El nacionalismo vasco, al igual que otras ideologías, cuenta con una simbología propia:
  • Aberri Eguna: Cada Domingo de Resurrección los partidos nacionalistas vascos celebran el "Aberri Eguna", o día de la patria vasca.
  • Aberri: Sabino Arana Goiri estableció el vocablo "aberri" (patria) por primera vez para sintetizar la existencia de una palabra en euskera o vascuence que denominara el anhelo de su ideología. Con este mismo sentido surgiría el concepto "Euzkadi", neologismo creado por Arana frente al concepto "Euskal Herria", utilizado ampliamente hasta entonces por los partidos que él consideraba "españolistas".
  • Abertzale: De la palabra "aberri" se deriva "abertzale" (patriota) que es frecuentemente empleada por los partidos nacionalistas para referirse a la comunidad que representan.
  • Ikurriña: Literalmente bandera, fue diseñada por los hermanos Arana para ser en principio la bandera de Bizkaia; su extensión dio lugar a que fuera aceptada como bandera oficial de la comunidad autónoma del País Vasco. El nacionalismo vasco también la adopta simbólicamente como bandera de Euskal Herria.

D) OTROS NACIONALISMOS: GALLEGO, VALENCIANO, ARAGONÉS Y ANDALUZ. Fueron mucho más débiles y tardíos y tuvieron un carácter regionalista más que nacionalista. 

· NACIONALISMO GALLEGO. En Galicia, mucho más atrasada económicamente, surgió un movimiento regionalista que reivindicaba su cultura y tradición. Recogiendo esa tradición, un grupo de intelectuales y literatos, a mediados del siglo XIX (Rosalía de Castro), trataron de impulsar un movimiento de resurgimiento cultural (“Rexurdimento”): El galleguismo tuvo un carácter estrictamente cultural hasta bien entrado el siglo XX y pretendía que la lengua gallega que era usada sobre todo en el mundo rural se convirtiera  en lengua literaria. Minorías cultas e insatisfechas con la situación del país responsabilizaron del atraso económico a la subordinación política de Galicia a Madrid, que forzaba a muchos gallegos a la emigración. En la última etapa de la Restauración el galleguismo fue adquiriendo un carácter más político.

En el siglo XX aparece un nacionalismo gallego con una visión más progresista, combativa, cuyas figuras más destacadas serían Murguía, Brañas y, sobre todo, Castelao.

·  Los regionalismos valenciano, aragonés y andaluz. Con menor fuerza y con un carácter más cultural y económico que político, también en Valencia, Aragón y Andalucía surgieron movimientos reivindicativos de su propia identidad. En Valencia, el movimiento valencianista nació como una corriente cultural que reivindicaba la lengua y cultura propias y tuvo en Llombart y Llorente sus máximos representantes (influyendo también de forma decisiva los escritos de Blas Ibáñez). El aragonismo impulsó la defensa del Derecho Civil aragonés y sus instituciones medievales. El andalucismo se desarrolló con la figura de Blas Infante (“El Ideal andaluz”) que fundó en Sevilla el Centro Andaluz (1916) y participó en la primera asamblea regionalista andaluza celebrada en Ronda en 1918 que estableció las bases del andalucismo y el himno y la bandera andaluza (verde, blanca y verde).